La curiosa idea del siglo XIX de que todo podía curarse con electricidad

Jueves, 15 de noviembre del 2018

Hoy en día podrá parecer raro, pero cuando el cinturón inventado por Isaac Pulvermacher apareció en 1851 se volvió toda una moda. Hasta Charles Dickens decidió que podía probarlo para mejorar su pierna. Solo bastaba con colocarlo en la zona afectada para curarse, supuestamente.

La electricidad como método de curación

Ya en épocas antiguas las anguilas eléctricas eran usadas para curar dolores de cabeza. Hasta Benjamin Franklin experimentó con la electricidad para curar su pierna. Ya en la época victoriana comenzaron a aparecer en catálogos los instrumentos eléctricos, siendo populares como método de curar cualquier cuestión del cuerpo.

El cinturón de Pulvermacher tenía más o menos baterías dependiendo de la dolencia. Se usaba para todo, desde reuma hasta diarrea y los testimonios decían que nunca fallaba. Sin embargo, el marketing era enorme y no todos los doctores recomendaban la máquina, aunque algunos usaban variantes con menos baterías, según relato de la BBC.

La electricidad nunca dejó de utilizarse completamente en la medicina, aunque en los años posteriores estuvo más relacionada a problemas mentales y electroshock como método psiquiátrico. Incluso hoy en día se están estudiando posibles formas de utilizar electricidad para diferentes tratamientos.

El problema estaba y está, mayormente, en quienes lo hacen en sus hogares sin supervisión médica. En el siglo XIX algunas personas construían sus propios aparatos, poniendo en peligro su vida. La electricidad se mantiene polémica a lo largo de los años en la medicina. Todavía hoy se pueden encontrar aparatos vintage en subastas y ventas de antigüedades.