Viernes, 11 de mayo del 2018
La maternidad es un período especial en el que el cuerpo experimenta cambios profundos, tanto en el funcionamiento como en la apariencia estética. Al mismo tiempo, es un momento de reencuentro de la mujer consigo misma. La buena noticia es que, en contra de lo que siempre se ha pensado, durante la gestación el nivel de salud mejora a través de una profunda regeneración a nivel bioquímico y celular.
Con frecuencia, en las consultas de cuidados prenatales se pone mucho énfasis en lo que puede ir mal, aunque nada malo esté sucediendo, ni probablemente llegue a suceder. Se sabe que esta situación crea ansiedad a la embarazada, puede dañar al bebé en crecimiento y reduce la confianza de la mujer en que su cuerpo es capaz de gestar, parir y amamantar sin dificultades porque está fisiológicamente preparada para ello. Poco se habla, sin embargo, de cómo el embarazo mejora la salud de la mujer.
La fuerza sanadora del bebé
Un hallazgo sorprendente ha sido el llamado microquimerismo. Se han descubierto células fetales en órganos de la madre (de 2 a 6 células por ml) con una gran capacidad para regenerar y rejuvenecer el cuerpo de la mujer. Por ejemplo, células de feto varón convertidas en cardiomiocitos de la madre (células del corazón), que pueden reparar el corazón de madres con cardiopatías.
Hormonas muy poderosas
Durante el embarazo se produce un intenso cambio hormonal: se vierten en la sangre grandes cantidades de hormonas y sustancias activas que ejercen un profundo efecto transformador del organismo. Unas proceden del ovario, que es la principal fuente de hormonas en las primeras semanas de embarazo. Otras lo hacen de la placenta, sobre todo a partir del tercer mes. Muchas otras son producidas por las glándulas endocrinas de la mujer tiroides, suprarrenal, hipófisis... en un modo y una cantidad diferente a cuando no se está gestando. Además, el bebé intrauterino en desarrollo también produce hormonas y señales bioquímicas que tienen como objeto regular la homeostasis (su equilibrio interno) que pasan a la madre y tienen efectos sobre su metabolismo.
Cada una de estas hormonas y sustancias, algunas todavía desconocidas, tiene varias funciones. Entre las que resultan más familiares está la prolactina, que prepara la mama para la lactancia. En conjunto, forman un complejo entramado de efectos: además de fabricar los tejidos del bebé y hacerlos funcionar, regeneran de modo intensivo el cuerpo y los órganos maternos, rejuveneciendo las células y poniendo a punto el metabolismo.