Miércoles, 19 de septiembre del 2018
Los jugos artificiales y otras bebidas azucaradas tienen cantidades parecidas, por lo que se recomienda también evitarlos. Pero los refrescos se consumen en mucho mayor medida; para muchas personas, son algo de todos los días. Estas son algunas razones para dejar el hábito.
No aportan valores nutritivos de nada
Lo único que las bebidas gasificadas tienen es azúcar, y en grandes cantidades. Y si no tienen azúcar, contienen otros aditivos para hacerla dulce, como aspartamo. Además, las bebidas gaseosas tienen ácido fosfórico; el fósforo es un mineral que el cuerpo necesita, pero, según Healthline, es mucho más común tener altos niveles de fósforo que una deficiencia.
El fósforo y el calcio trabajan juntos para mantener la salud de los huesos y de los dientes. Pero, para ser efectivos, estos minerales tienen que estar balanceados: demasiado fósforo puede disminuir el calcio en el cuerpo y causar potenciales daños a los huesos. Las bebidas gaseosas no solo no son nutritivas, también te quitan nutrientes que consigues a través de alimentos saludables.
Provocan aumento de peso
Solemos tomar las bebidas azucaradas con la comida, pero, como estas no nos hacen sentir más satisfechos, terminamos comiendo más de lo que habríamos comido de haber tomado agua. En un estudio, las personas que agregaban gaseosa a su dieta actual terminaron consumiendo un 17 % más de calorías.
Sin embargo, se comprobó que tomar agua disminuye las calorías consumidas en un 13 %. Todos los estudios que probaron esta tendencia en algunas personas llegan a la misma conclusión. La razón por la que comes más cuando tomas bebidas gaseosas es que la fructosa que contienen no estimula los centros de saciedad del cerebro. Es simplemente apilar más calorías sobre las que ya ibas a consumir.
Pero la gaseosa de dieta tampoco promueve la pérdida de peso. Es más, incluso puede hacerte ganarlo: al estimularse los receptores de alimentos dulces, se desencadena una respuesta compensatoria que estimula las ganas de comer algo dulce de verdad, según un estudio llevado a cabo por dos universidades brasileñas. Esto puede llevar al sobrepeso.
Te ponen en un mayor riesgo de diabetes
Puede que las bebidas azucaradas sean la principal causa de diabetes en nuestra dieta. Numerosos estudios relacionan la diabetes con el consumo de refrescos, ya que el excesivo consumo de azúcar puede derivar en resistencia a la insulina, una característica de la diabetes tipo 2.
En particular, un estudio demostró que el riesgo de diabetes tipo 2 aumenta en un 29 % solo tomando dos tazas (alrededor de 200 ml) de gaseosa cada semana (una lata tiene 300 ml, o una taza y media). Así que aún para los que más se moderan en el consumo de estas bebidas azucaradas, el riesgo de todas formas está ahí.
Aumentan la cantidad de grasa abdominal
El consumo de azúcar (por su alto contenido calórico) hará que almacenes más grasa corporal: esto no es ninguna sorpresa. Sin embargo, la fructosa parece incrementar radicalmente la grasa abdominal, que se ubica alrededor del estómago y puede llegar hasta los órganos internos, liberar moléculas que los dañan, e incrementar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, cáncer de mama, entre otros problemas de salud.
También puede aumentar la grasa del hígado, dado que es el único lugar del cuerpo donde se puede metabolizar la fructosa. Si se consumen demasiados refrescos, además de carbohidratos, el hígado se sobrecarga y comienza a convertir esas células en grasa. Esto, a la larga, puede derivar en esteatohepatitis no alcohólica, una complicada enfermedad del hígado.
Pueden causar resistencia a la leptina
La leptina es una hormona que controla la cantidad de energía que incorporamos al cuerpo y que quemamos luego. Nos protege tanto de la extrema delgadez, como de la obesidad. Se cree que la resistencia a esta hormona es la causa principal del aumento de grasa corporal.
De acuerdo a Healthline, varios estudios preliminares han asociado el azúcar, y especialmente la fructosa, con la resistencia a la leptina en ratas. Sin embargo, los resultados no son definitivos, y se necesitaría estudiar su efecto en humanos.
Son adictivos
Cuando comemos azúcar, nuestro cerebro libera dopamina, lo que nos brinda una sensación de placer; el cerebro está programado para buscar actividades que nos den ese tipo de placer, y, dada su gran cantidad de azúcar, las bebidas azucaradas pueden crear dependencia. Así es como la mayoría de las drogas funcionan.
El efecto adictivo ha sido probado en ratas, y, si bien la adicción es más difícil de probar para las personas, mucha gente consume este tipo de bebidas en un patrón que podría considerarse típico del abuso de sustancias.
Dañan los dientes
Ya todos sabemos que el azúcar no es lo mejor que podrías consumir para tu salud dental, pero los refrescos resultan mucho más dañinos que otros alimentos dulces por su contenido de ácidos, concretamente ácido carbónico y fosfórico. Estos crean un entorno acídico que daña el esmalte de tus dientes, y, en combinación con el azúcar, que es energía fácilmente digestible para las bacterias, tu salud dental puede estar en riesgo.
Te deshidratan
Muchas personas toman refrescos con sus comidas en lugar de agua, y quizá olviden tomar suficiente agua durante el día. Pero, además, el alto contenido en sodio y cafeína de las gaseosas puede incluso deshidratarte. De todas maneras, esto solo te pasará si tomas más de dos latas por día; aunque cuanto más tomes, más te deshidratarás, y más sed tendrás; si tomas refrescos para calmar tu sed, solo estarás alimentando el ciclo.