Jueves, 24 de enero del 2019
Y es que, en realidad, sabe muy bien lo que hizo y se da cuenta de la diferencia entre lo que está bien y lo que está mal. Entonces, ¿por qué lo hacen?
Eileen Kennedy-Moore, psicóloga especialista en la creación de amistades, escribe para Psychology Today que, a veces, hasta los niños y niñas que se portan bien pueden creer que no está mal molestar a ciertas personas cuyos sentimientos no les importan. A veces insultan, inventan chismes, molestan, excluyen, empujan, patean y pegan a sus compañeros.
Es cierto que, muchas veces, sucede de forma impulsiva, al calor del momento. O sea, cuando no encuentran otras herramientas para resolver sus conflictos. Sin embargo, los niños en edad escolar saben ya perfectamente que no está bien pegarle a otras personas ni herir sus sentimientos. Y si les preguntas abiertamente en clase, te dirán que eso no se hace.
Pero hay huecos. En ocasiones, estos niños conscientes de que no se debe dañar a otras personas piensan que hay gente que simplemente no cuenta. La lista de razones que dan para relajar su brújula moral y volver aceptable agredir a algunos compañeros es muy larga: es que ella es fea, él es molesto, es muy raro, a nadie le gusta ella, etc. Así se justifican cuando ejercen violencia hacia otras personas.
Un estudio sobre desarrollo moral, publicado por la editorial de la Universidad de Cambridge, afirma que las conversaciones entre padres e hijos con respecto al bien y el mal realmente ayudan a desarrollar el sentido de moralidad en niños y niñas. Estas pláticas incluyen reconocer cuándo y cómo han herido a alguien y motivarles a transformarlo en un comportamiento positivo.
Aunque te suene tentador e imperativo señalarle de inmediato que lo que hizo está mal, lo primero es reconocer que tu pequeño tiene sentimientos de enojo o frustración. Esta empatía genera una conexión que te permitirá entablar la conversación.
No se trata de justificar o minimizar sus acciones, sino entender sus razones. Podrías mencionar, por ejemplo, que entiendes que se siente molesto a raíz de lo que percibió como una agresión por parte de la otra persona.
La perspectiva es una habilidad que se desarrolla con el tiempo, así que necesitas ser tú quien le ayude a tu hijo o hija ver el punto de vista de la otra persona. Puedes pedirle que imagine lo sola, triste y angustiada que debe sentirse esa otra niña a la que está molestando.
Una forma de hacerlo es mostrarle que los sentimientos de esta niña son los mismos que tuvo en alguna situación que haya vivido. Por ejemplo: "¿Te acuerdas cuando Juanito te pegó? ¿Te acuerdas cómo te sentiste? Pues así se sintió Rosita hoy que tú le pegaste".
Una crianza efectiva debe incluir un balance entre calidez y firmeza. Muéstrale a tus hijos cuáles son tus expectativas acerca de su comportamiento. "Sí, ya sé que Rosita te cae mal, aún así espero que la trates bien" o "incluso si otras personas te molestan espero que tú les trates bien".
Asimismo, puedes mencionar opciones de solución ante situaciones conflictivas. Por ejemplo: "Tú eres responsable de lo que tú haces, incluso si esta persona te molesta, de ti espero que tomes buenas decisiones, puedes alejarte de la persona que te molesta y así evitar sentirte mal" o "ya sé que no te gusta que el otro niño te quite tus crayolas, pero por favor, cuando esto pase, espero que le digas que no de forma calmada y pidas ayuda a la maestra".
El mal comportamiento está mal y así se lo harás saber a tus hijos, pero no puedes dejarlos creyendo o sintiendo que eso los convierte en malas personas. Ellos necesitan seguir adelante con sus vidas y tener la oportunidad de recomponer las cosas. También necesitan saber que es necesario resolver los conflictos y resarcir el daño ocasionado.
Para eso, le invitarás a que busquen soluciones juntos. Pregúntale qué cree que puede hacer para que la otra persona se sienta mejor. Pídele que le haga saber a su compañero o compañera que lo siente y que quiere disculparse. Recordar situaciones similares es siempre importante y constituye otra forma de trabajar en conjunto.
De esta manera tu hijo o hija irá creando las herramientas emocionales que necesita para la siguiente vez que se enfrente a una situación parecida. Tú puedes ayudarle a crear las respuestas sociales adecuadas para cada ocasión. Pueden tocar el tema cuando ya esté más calmado tu hijo y guiarlo para que sepa cómo actuar ante personas que le incomodan.
Vía VIX
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