Jueves, 31 de enero del 2019
Imaginar un mundo sin vestidos, es cómo imaginar un jardín sin flores. De verdad, ¿qué haríamos sin un vestido negro o uno de flores?
Y es que son como los jeans: versátiles, funcionales, camaleónicos, pero sobre todo son el salvavidas fashionista por excelencia (sin importar la temporada).
Pero así como con los jeans, siempre estamos en busca del que mejor quede con nuestro tipo de cuerpo. Porque, a menos que se hable de un vestido cruzado, NO todos los vestidos quedan bien con todos los tipos de cuerpo.
Saca papel y lápiz, porque lo que viene te interesa, Sí hay un vestido para cada tipo de mujer:
El vestido perfecto: el mini o justo por encima del tobillo.
¿Por qué? Los minis, al dejar las piernas al descubierto las hace parecer mucho más largas de lo que son y por lo tanto nos vemos más altas.
Los que quedan justo por encima del tobillo, porque crean la ilusión óptica de una silueta más alargada y definida.
Tip: Si a estos últimos le sumas una gran abertura por un lado, el efecto será todavía mayor.
El vestido perfecto perfecto: Los rectos.
¿Por qué? Porque se adaptan a la perfección la curva que genera el cuerpo de forma natural.
El vestido perfecto: Vestidos midi o largos.
¿Por qué? Porque se amolda a las curvas y las resalta de la mejor manera.
El vestido perfecto: Los vestidos con vuelo.
¿Por qué? Porque al tener más volumen en la parte de abajo se crea un balance en las proporciones del cuerpo.
El vestido perfecto: El cruzado.
¿Por qué? Porque define la cintura, equilibra las caderas y acentúa el pecho.
El vestido perfecto: En línea A.
¿Por qué? Porque las faldas con forma de trapecio sientan especialmente bien a los cuerpos curvilíneos, ya que siguen su contorno con naturalidad.
Tip: Si sumas un escote cuadrado o en corazón, tienes el triunfo asegurado.
Vía GLAMOUR