Lunes, 27 de abril del 2020
Bebés de 2 años.
Para facilitar el desarrollo emocional del bebé al mismo tiempo fomentar su capacidad de comprensión, es fundamental inculcarle el hábito de la lectura. Sentarnos con nuestros hijos para leerles un libro es una excelente manera de desarrollar el vínculo que nos une con ellos.
A esta edad, los libros de cartón siguen siendo la mejor opción, aunque ya se pueden ir introduciendo algunos con páginas de papel. Los textos deben ser simples, breves, con conceptos sencillos y con ritmo y rima. Podemos, además, ir propiciando poco a poco la aparición de palabras nuevas. Es el momento idóneo para ir introduciendo libros informativos o relacionados con su desarrollo físico y emocional.
Niños de 4 años.
En un momento en el que la mayoría de niños se están iniciando ya en la lectoescritura no debemos abandonar la buena práctica de sentarnos junto a ellos a leerles un cuento. Además, a partir de los 4 años de edad es un momento perfecto para comenzar a trabajar con los niños las emociones y el papel que ellos representan en la sociedad. Son numerosos los libros que presentan este enfoque desde una perspectiva amena y colorida que les llamará la atención.
Niños de 6 años.
Con el inicio de la Educación Primaria, los niños comienzan a desarrollar sus habilidades de comprensión lectora. Es un momento muy importante en su desarrollo. Por ello, es positivo que les ayudemos y les acompañemos en este proceso. Para esto, debemos facilitarles los textos adecuados para su edad, que consigan atraer su interés. De esta manera, podremos también fomentar en ellos el hábito de la lectura.
Niños de 8 años.
Lo normal es que los niños ya lean con fluidez y de manera autónoma, aunque podemos seguir participando con ellos en este hábito. Sin embargo, a esta edad es muy probable que notes en ellos un cierto desinterés hacia la lectura, sobre todo en aquellos niños que solían devorar los cuentos con avidez. Es normal, ya que se encuentran en una época de su vida en la que los álbumes ilustrados de la infancia se les comienzan a quedar cortos, pero las lecturas “para mayores” aún son demasiado extensas para ellos.
Niños de 10 años.
A los 10 años de edad, si no antes, es más que probable que a la lectura le haya salido un gran competidor en el tiempo libre de tu hijo: las pantallas. Es completamente normal y, de hecho, tampoco tenemos que alejar a nuestros hijos de las tecnologías. Hay un tiempo y un espacio para todo.
Pero si queremos robarle un poquito de espacio a la tableta, debemos encontrar lecturas interesantes que llamen su atención. Lecturas que no tengan que ver con las escolares. Que tengan una trama que les enganche, con una temática que sea de su interés. Y, sobre todo, que les transmitan algo, también a su corazón.
Niños de 12 años.
A punto de entrar en la adolescencia, debemos ofrecer a nuestros hijos lecturas que les ayuden a conocerse mejor y a reafirmar su personalidad. Que les ayuden a vencer sus temores ante la vida y que les transmitan valores que puedan llevarse en el tránsito a su vida adulta.
A su vez, estas lecturas tienen que ofrecerles la suficiente dosis de intriga para que queden enganchados a la trama. Así, deben ser historias que permitan que su imaginación vuele y les ofrezcan suficiente libertad para pensar. En definitiva, lecturas que les conviertan en adultos autónomos.
Libros para adolescentes.
La adolescencia suele ser una etapa en la que el hábito de la lectura desaparece casi por completo. Son pocos los jóvenes que leen por placer y los que lo hacen apenas se atreven a reconocerlo. Atrás quedaron los tiempos en los que sentarse a leer un libro con papá o mamá era un momento de recreo.
Es normal. Están en una edad en la que la experimentación prima por encima de todo. Necesitan descubrir el mundo, descubrirse a sí mismos y, sobre todo, cubrir sus necesidades de diversión a toda costa. Sin embargo, en el proceso olvidan que en la lectura también pueden encontrar todo eso. Y mucho más.
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