La gran historia de amor entre la Reina Isabel II y Felipe de Edimburgo

Viernes, 9 de abril del 2021

La historia de amor de la reina Isabel II y Felipe de Edimburgo ha batido muchos récords. No sólo porque su matrimonio ha durado 73 años y se ha convertido en el más longevo de la monarquía británica, sino porque comenzó cuando la actual monarca era apenas una niña de 8 años. Con esa edad, acudió a la boda de los duques de Kent, Jorge y Marina, donde vio por primera vez a Felipe, de 13. Pero eran unos niños. El destino los volvería a juntar cinco años después y ya no se separarían nunca más.
 
 
Era el día 22 de julio de 1939, cuando la todavía princesa Isabel coincidió con el que se convertiría en su marido en la academia naval de Dartmouth, Inglaterra, donde un joven y apuesto Felipe, que acababa de cumplir 18 años, había ingresado ese mismo año como cadete tras finalizar sus estudios en el colegio de Gordonstoun.
 
“Como la mayoría de los romances, fue uno que creció gradualmente”, explica el historiador real Christopher Warwick. “A veces las personas olvidan o ni siquiera lo saben, que entonces en los años treinta, cuarenta y cincuenta, quienes tenían 13 años de edad eran esencialmente niños. La princesa Isabel a los 13 seguía vistiendo calcetas cortas de color blanco y el abrigo que combinaba con el de su hermana Margarita. Felipe tenía 18. Él ya tenía novias”.
 
 
El biógrafo Nicholas Davies relata en el libro Elizabeth II: Behind Palace Doors que Isabel se había embarcado junto a su padre, el rey Jorge VI, y su hermana la princesa Margarita en el yate Victoria and Albert para visitar la academia. A bordo del barco también iba Louis Mountbatten, tío y mentor del príncipe Felipe y mano derecha del rey Jorge. Había un brote de sarampión en la Universidad Naval Real, así que Felipe fue delegado a cuidar de Isabel y Margarita y jugar con ellas. Lord Mountbatten fue quien “dispuso que, entre todos los jóvenes de la academia naval, fuera el apuesto Felipe el elegido para acompañar ese día a las princesas en Darmouth”, explica Davies, quien añade que la intención de la maniobra era asegurar el futuro de su sobrino y ahijado. El deseo de del conde Mountbatten se hizo realidad.
 
Lo que pasó ese día lo cuenta Marion Crawford, la institutriz de las princesas Isabel y Margarita, en su libro de memorias, donde recuerda las palabras de la futura reina tras su encuentro con Felipe. “¡Qué bueno es! ¡Qué alto puede saltar!”, fue lo que exclamó totalmente embelesada después de que el príncipe atravesara de un salto la red de una pista de tenis.
 
Después de la jornada, cuando la familia real regresó a su yate, Felipe subió a un bote y les siguió. La princesa ya no le quitaba ojo y lo contemplaba remar con sus prismáticos, hasta que quedó fuera del alcance de su vista.
 
 
Otro testimonio del amor entre Isabel y Felipe fue el de lady Pamela Hicks, una de las hijas de lord Mountbatten. En una entrevista que concedió a la edición estadounidense Vanity Fair en el 2013, contó que, a partir de ese día, la joven Isabel se enamoró perdidamente de Felipe y ya no quiso saber de nadie más.
 
Ese intenso enamoramiento también lo recogió años antes el propio Louis Mountbatten en una carta que le envió al príncipe Carlos. Y por si fuera poco, eso mismo escribiría en su libro sobre la monarca uno de los biógrafos oficiales de Isabel II, sir John Wheeler-Bennett, sin que el palacio de Buckingham le hiciera cambiar una coma a tal afirmación.
 
En los años siguientes, Isabel y Felipe ocasionalmente se carteaban e incluso se encontraron en territorios reales. “Eran parientes –primos terceros por medio de la reina Victoria”, explicó Warwick. “Y tenemos que recordar que, durante la guerra, Felipe estaba lejos formando parte de la Guardia Real. Cuando estaba fuera de servicio, él iba y se quedaba con la familia real en el Palacio de Windsor –con su tío, Lord Mountbatten, y su prima, la princesa Marina, duquesa de Kent. Así que veía mucho a la princesa Isabel durante sus vacaciones. Sin embargo, nos han dicho que ellos tenían una cordialidad entre primos”. Aún así, la familia de Felipe esperaba que el príncipe se casara con la heredera.
 
 
Ambos continuaron su comunicación a través de cartas durante toda la Segunda Guerra Mundial, mientras el príncipe Felipe servía en la Marina británica. El amor de Isabel pudo más, ya que lo esperó hasta su retorno, en 1946.
 
Ocho años después de su primer encuentro, la casa real confirmó el compromiso de la princesa Isabel con Felipe de Grecia y Dinamarca, que se casaron ese mismo año, en 1947, en la abadía de Westminster.
 

 

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