Martes, 27 de diciembre del 2022
Hablar de una nueva versión de Matilda no es cosa fácil. Quienes crecimos en los noventa, la película de 1996 dirigida por Danny DeVito marcó, sin lugar a dudas, gran parte de nuestra infancia y de cómo, en nuestra infancia, experimentamos por primera vez una historia llena de reflexiones sobre la paternidad, la enseñanza y, hasta cierto punto, la rebeldía ante los agresores.
Con el estreno de Matilda, de Roald Dahl: El musical, las comparaciones con la película de los noventa no se han hecho esperar. Pero, antes de irnos de lleno con la explicación sobre las diferencias narrativas que podemos encontrar, es debido mencionar que ambas están basadas en la novela de 1988 escrita por Roald Dahl. Por lo que antes de comparar una con otra, entendamos de dónde viene cada una de ellas.
El origen de Matilda
Está claro que, tanto la versión de 1996 como la de 2022, están basadas en la obra de Roald Dahl. Sin embargo, como es usual en cualquier adaptación cinematográfica, las licencias artísticas y de guion dan pie a Hollywood para crear nuevas historias con diferencias significativas para impulsar la actualidad o cualquier moraleja que se desprenda de ella.
La historia de la maestra Miel
Ahora, sí, adentrándonos a las diferencias narrativas entre la historia musical y la cinta de los noventa, uno de los más evidentes es la historia detrás de la maestra Miel o Jennifer Honey. Evidentemente, uno de los recursos narrativos que utiliza el musical, es conformar una historia de mayor relevancia alrededor de la maestra, quien adoptará a Matilda al final (sí, eso no es ningún spoiler para nadie). En primera instancia, es la propia Matilda (Alisha Weir) quien al contar y relatar sus historias para la biblioteca itinerante, la Sra. Phelps (Sindhu Vee) recrea la verdadera historia de los padres de Jennifer Honey (Lashana Lynch) antes de siquiera conocer la historia de la narración de la maestra. Lo que adelanta, un poco de los poderes de la joven con el cuento de la acróbata y el escapista.
En comparación con la cinta de Danny DeVito, en donde no sabemos el pasado de los padres, simplemente es la Señorita Miel (Embeth Davidtz) quien le cuenta a Matilda (Mara Wilson) que perdió a su familia y que estuvo a cargo, toda su vida de Agatha Trunchbull, Tronchatoro, en español (Pam Ferris). Dando así, mayor complejidad y teatralidad a la historia de la maestra y su trasfondo familiar en esta adaptación de la novela.
Los poderes de Matilda
Como bien comentamos, en la versión musical, Matilda comienza a vislumbrar sus poderes poco a poco y estos son impulsados por la ira y el deseo de justicia. Si bien, la visión de los padres de la Señorita Miel no es tan evidente el uso de sus poderes (hasta después) poco tenemos en esta versión de la clásica escena de casa en donde Mara Wilson nos hizo bailar de pequeños frente al televisor a ritmo de Send Me on My Way de Rusted Root. Claro, todo mientras vemos como una pequeña es perfectamente capaz de ser autosuficiente y hacerse de desayunar.
Los padres de Matilda
En la cinta de los noventa, el papel de los papás de Matilda es claro. Fuera de que en la familia Wormwood, también existe un hermano, los padres de la pequeña, Harry (Danny DeVito) y Zinna (Rhea Perlman) están involucrados con la niña, a pesar de culparla de todo y hacerle la vida imposible; va más por el hecho de ser un ‘bicho raro’. La ‘rareza’ de Matilda, en la película de 1996, es la que hace que a sus propios padres les parezca una incomprendida. Mientras que en esta nueva versión, es, propiamente, el desapego de un hijo, el no querer un hijo desde el principio (con la canción de intro a la cinta) con la que nos damos cuenta de que los Wormwood, no están dispuestos, ni listos para tener una hija.
Los escenarios de Matilda
Ciertamente, tenemos que visualizar el remake de 2022 como una obra de teatro para televisión. Mientras la película de 1996 pasa de la casa de los Wormwood a la escuela, de ahí a la casa de Tronchatoro o a la misma biblioteca. La nueva adaptación, como buena obra de teatro, se centra principalmente en la escuela (eso sí, con idas y venidas al circo en la imaginación de Matilda). Lo que nos da pie a esta gran puesta en escena, en la que la escuela se transforma en un personaje más y en un gran escenario para ver uno de los bailes más memorables que recordemos en el teatro musical.
El mensaje final de Matilda
La cinta de Dany DeVito es ‘bonita’, si podemos encontrar un adjetivo adecuado. Fuera de la que vive Matilda en la cinta, el mensaje final es el de querer formar una familia, el valor del amor y que no importa si somos o no ‘bichos raros’, siempre encontraremos nuestro lugar en el mundo. No obstante, la versión musical de Matthew Warchus apela a algo más de nuestros tiempos, a enfrentar la adversidad, a defender al débil y no dejarnos intimidar por los abusadores.
Lo que nos deja la reflexión sobre la idea y la concepción de la misma. Sí, crecimos con Matilda de Mara Wilson, todos intentamos mover los platos con la mente y vimos el televisor fijamente hasta que nos doliera la cabeza, con la falsa esperanza de que explotara, entendimos la relevancia del valor familiar o de ser diferente a los demás. Y ahí quedó y quedará nuestra imagen de Matilda de 1996, en la nostalgia.