Miércoles, 31 de mayo del 2023
Me encanta el deporte. Sin embargo, siento que cada año tengo menos tiempo para practicarlo. Como mucho, consigo hacer un poco de footing, algo de bici o un circuito de fuerza tres veces a la semana. Así que encontrar de repente un rato para practicar yoga cada día, me parece casi imposible en mi ajetreada vida diaria de madre trabajadora. Entonces, ¿por qué me he decidido a hacerlo? Precisamente por eso. Quiero permitirme pausas conscientes, planificar el tiempo de forma concreta, básicamente TENER que dedicarme tiempo a mí misma. Porque ya se sabe, los propósitos son una cosa, pero llevarlos a cabo una vez inmersa en la rueda de hámster del día a día requiere una voluntad de hierro y, a veces, supone un verdadero reto.
Lo que más me atrae del yoga son los beneficios que prometen las sesiones. Y todos están científicamente probados: el yoga relaja, serena y refuerza la salud mental. También fortalece el cuerpo (especialmente el tronco, a menudo descuidado en los países occidentales) y flexibiliza los músculos. Además, hay otros numerosos beneficios que han sido confirmados en estudios, como la mejora de la calidad del sueño, disminución de la ansiedad, reducción de la inflamación en el cuerpo o un fortalecimiento sistema inmunitario.
El reto del yoga: cómo iniciarse y por qué
El mayor reto que suponía practicar yoga cada día era el tiempo, por supuesto. Encontrar un momento en el que ningún niño necesitara un cambio de pañal, sin llamadas de Zoom pendientes y ninguna comida esperando en la mesa. En otras palabras, sólo podía hacerlo o muy temprano por la mañana o muy tarde por la noche.
En consecuencia, mi iniciación en el reto del yoga fue lenta, pero estaba resuelta a levantarme aún más temprano que de costumbre para subirme a la esterilla antes de la locura diaria. Las primeras veces no me apetecía nada practicarlo, estaba cansada.
Pero al poco tiempo ya empecé a notar que esos breves minutos de la mañana me proporcionaban un verdadero chute de serenidad. Puede que duerma menos, pero tengo la sensación de empezar el día con más energía. Normalmente sólo hago unos 30 minutos de yoga e incluso después de este breve tiempo para mí noto reacciones mucho más reflexivas a los ataques de ira, a las exigencias de desayuno, etc.
Después de unas dos semanas, he llegado a un punto en el que ya no puedo imaginarme la vida cotidiana sin mi sesión de yoga diaria.
Ahora salto de la cama a toda velocidad y busco un nuevo vídeo en Youtube. Una ventaja para mis sesiones de yoga en casa es que lo practico desde hace muchos años y solía ir a clases regularmente. Así que ya conozco la mayoría de las posturas y sé dónde pueden estar los posibles errores. Después de unos cuantos vídeos para principiantes, disfruto mucho probando los diferentes estilos. Rápidamente encuentro favoritos que siempre funcionan.
Si realmente no tengo tiempo por la mañana, o si mi hijo o mi pareja me necesitan, entonces planifico mi tiempo para hacer yoga por la tarde. Estas sesiones también pueden ser maravillosas para relajarse antes de irme a dormir. Ya está, ya no puedo vivir sin yoga, me aporta demasiado.
El reto del yoga: las ventajas de practicarlo a diario
La mayor ventaja es, claramente, la relajación. En lugar de levantarme con el pie izquierdo y caer directamente en la trampa del estrés matutino, ahora me planto sobre mis dos pies bien firmes sobre la esterilla. Qué bien me sientan estos minutos para mí. Si lo hubiera sabido, habría empezado mucho antes...
Y, por supuesto, hay muchos otros factores que, de alguna manera, están relacionados con la relajación. Sí, ya lo he mencionado: estoy mucho más relajada y soy más tolerante con mi pareja y mi hijo. En consecuencia, también me preocupo menos, me presiono menos para ser perfecta en la vida cotidiana. Dedico más tiempo a la pose de la montaña, que a la montaña de ropa sucia. Qué importa, no se acaba el mundo.
Fuente:Glamour.com