¿Por qué siempre debes usar calcetines en el avión?

Sábado, 24 de junio del 2023

¿Alguna vez has considerado quitarte los calcetines en el avión? Espero que no lo hicieras, pues esto es uno de los peores hábitos de un viajero.


La imagen de un individuo con chanclas acercándose al control de seguridad, quitándose los zapatos y pasando por el detector sin nada entre los pies y el piso del aeropuerto no es desconocida para la mayoría de los viajeros, como tampoco lo es la imagen posterior de dicho pasajero enterrando los dedos de los pies en la alfombra del avión. Tal vez el menos polémico de los debates entre algunos viajeros expertos, la cuestión del código de vestimenta en el avión —en particular la presencia de calcetines— se ha resuelto con rotunda claridad: Sin calcetines, no hay servicio.


Así es, pocos viajeros se atreverían a defender la idea de ir descalzo a bordo de un avión. Los calcetines no son negociables. La mayoría de las aerolíneas están de acuerdo, por cierto, llegando incluso a exigir su presencia durante un vuelo.


Pero a partir de aquí surgen entresijos y nos embarcamos en tangentes. Sí, los calcetines en el avión son imprescindibles, todos estamos de acuerdo, pero ¿qué hay de los otros horrores que hemos visto como individuos? Esto es lo que nuestros colegas de Condé Nast Traveller opinan al respecto.


La discreción debe ser la regla


 

Ya hay una falta total de espacio personal en los aviones: nadie necesita los pies descalzos de otra persona al alcance de la mano para empeorar las cosas.

 

Estoy a favor de aflojarse los zapatos durante el vuelo, pero si piensas quitártelos por completo, espero que lleves un par de calcetines limpios y que esos pies permanezcan debajo del asiento de delante. (En otras palabras, yo, como tu compañero de asiento, debería permanecer en la más absoluta ignorancia.) No pretendo decir a la gente cómo debe vestirse para un vuelo, pero cuando nos vemos empujados a asientos económicos, injustamente pequeños, con los brazos y las piernas apretados contra los de desconocidos, es obligatorio pensar en el impacto que causamos en los demás. —Megan Spurrell, editora senior en Condé Nast Traveler.


Entiendo la necesidad de quitarse los zapatos durante un vuelo: los pies y las manos se hinchan en los aviones. Pero en ningún caso tus compañeros de asiento deben ver tus pies descalzos. Soy culpable de quitarme los zapatos debajo del asiento de enfrente durante un viaje largo (estoy hablando de más de seis horas) para ponerme discretamente un par de calcetines más cómodos, pero bajo ninguna circunstancia pondría los pies desnudos sobre la mugrienta alfombra del avión o, peor aún, me dirigiría al infierno de gérmenes que es el baño del avión solo con un par de calcetines. Ten un poco de decoro. —Shannon McMahon, redactora de destinos en Condé Nast Traveler.


Ten en cuenta tu propia higiene (y salud)


Una vez vi a una joven subir a un avión con el traje de baño mojado. Se puso unos shorts por encima del bikini y se sentó durante las cinco horas que duró el vuelo de Las Vegas a Nueva York. Después de ver aquello, me fijé mucho más en los atuendos de las personas que viajaban conmigo. Como mínimo, todos a bordo deberían llevar ropa seca que les cubra las piernas. No me gustaría tener las piernas desnudas apretadas contra un asiento de avión estrecho durante horas; no parece cómodo y no sé hasta qué punto están limpios esos asientos. Otro elemento innegociable: un par de calcetines. Me asusta ver a gente que se quita las chanclas o las sandalias en el aeropuerto y pasa descalza por el control de seguridad. Me sorprendo aún más cuando veo que se quitan los zapatos en el avión. No solo no es muy amable con tus compañeros de asiento, sino que tampoco lo es contigo mismo. Vístete cómodamente en tu próximo vuelo, pero ten muy en cuenta lo limpias que están esas superficies. — Meaghan Kenny, redactora asociada en Condé Nast Traveler.


Con los pies en la tierra


Mientras escribo esto, estoy sentada en un avión sin zapatos. No tengo ningún problema con que mis compañeros de cabina hagan lo mismo: la altitud puede causar hinchazón y malestar en los mejores momentos. Si a eso le sumamos los vuelos en los que te obligan a llevar el par de zapatos más voluminoso para ahorrar espacio en el equipaje, quitarse los zapatos se convierte en una opción aún más atractiva. Yo soy de las que se ponen los zapatos antes de caminar por la cabina o ir al baño, pero tampoco estoy en contra de que la gente vaya sin calcetines. Por supuesto, me opongo a que los pies descalzos invadan mi espacio personal. Pero si tu vecino no es capaz de adoptar esos modales básicos en el avión, probablemente sus pies sean la menor de tus preocupaciones. —Sarah James, subdirectora digital en Condé Nast Traveller.

 

 

 

Fuente. gq.com
 

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