Miércoles, 6 de septiembre del 2023
La magia de la saga Harry Potter supo saltar de los libros al cine de un modo inusual, logrando un éxito sin precedentes en ambos medios y convirtiéndose en un fenómeno generacional tan marcado que, pese a los intentos de Warner por seguir exprimiendo su universo, ha terminado frenando la existencia de una improbable 'Animales Fantásticos 4'.
Pero este fracaso, ¿se debe al impacto generacional de la primera hornada de aventuras con Harry, Ron y Hermione o es que la calidad de las películas sobre Newt Scamander? ¿Estará empezando a pesar la animadversión de un sector del fandom hacia J.K. Rowling por su obsesiva lucha en contra de los derechos de parte de la población? Todo esto influye, pero puede que la deriva de la industria que ya supo ver el mismísimo John Hurt hace década y media también tenga algo que ver.
"El final de esta saga es una gran pérdida para Gran Bretaña en términos de tener una gran película de estudio aquí, pero no representa nuestra cultura en cuanto a qué películas hacemos", comentó John Hurt en 2009 a Rotten Tomatoes, justo después de filmar sus escenas para 'Harry Potter y las reliquias de la muerte - Parte 1' (David Yates, 2010). "Es interesante ver cuánto dinero se gasta en 'Harry Potter'. Es bastante absurdo, en realidad. Lo veo y pienso que es igual que el cine de Hollywood. Miro a mi alrededor y hay tres trajes allí, ninguno de los cuales es probable que se use, y todos son réplicas entre sí. Es un derroche de dinero vacío y me vuelve loco".
"El gobierno debería prestar un poco más de atención", avisaba el intérprete que, desgraciadamente, falleció en 2017 viendo cómo las películas independientes, parte fundamental de la industria cinematográfica británica, seguían siendo pisoteadas por grandes rodajes que, tras usar estudios como Pinewood y Shepperton, abandonaban la isla para ser parte de otros mercados. "Creo que se están descuidando enormes áreas de la industria y hemos perdido la capacidad de hacer películas de presupuesto medio", profetizó, adelantándose a un problema endémico que la llegada de las plataformas y la crisis pandémica ha acelerado hasta volverse imparable.
Descuidando el cine de presupuesto medio se ha logrado incidir en la idea de convertir las salas de cine en escenarios habilitados solo para grandes producciones seriadas, cercando cada vez más la exhibición en pantalla grande a autores fuera del gran circuito y obligando a lanzarse a la producción y distribución mediante unas plataformas que, como estamos viendo en las sucesivas huelgas que han paralizado Hollywood, carecen de cualquier tipo de transparencia de datos y han retrocedido varias décadas en sus condiciones laborales.
Fuente. fotograma.es
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