Jueves, 22 de febrero del 2024
Son días ajetreados para Ricky, quien casi 25 años después del torbellino que supuso “Livin’ la vida loca” se encuentra en el pleno frenesí de regresar a los escenarios y las pantallas. Ha estado de gira con Pitbull y Enrique Iglesias —“tres individuos con la actitud de un torero”, me cuenta. “¡Bum, bum, bum!”— y este mes protagoniza la serie de Apple TV+, Palm Royale, situada en el Palm Beach de los años 60.
En ella da vida a Robert, un trabajador de un country club, de orientación ambigua, y cuando habla del elenco (Kristen Wiig, Laura Dern y su padre, Bruce Dern) y la emoción de la producción de gran presupuesto, esconde la cara en las manos en asombro ansioso. Uno creería que un hombre con sus logros —estrellato infantil en Menudo, más de 70 millones de discos vendidos desde entonces— ya habría superado el vértigo que supone la popularidad. Pero parece extraordinariamente incapaz de ser displicente. “Cuando dijeron: ‘¡Acción!’ me puse nervioso, pero tienes que dejarte llevar”, me cuenta. En el set, se recordó relajarse, improvisar.
Vale la pena mencionar que la actuación no es nada nuevo para él. En 2018, participó en American Crime Story: The Assassination of Gianni Versace, en la que interpretó a Antonio, la pareja del diseñador de moda. Antes de eso, a mediados de los 90, tuvo un papel menor en General Hospital. Todo ello sin mencionar su paso por la televisión mexicana. Sin embargo, se desvió cuando sintió que el destino lo llevaba hacia el canto. “La primera vez frente a una cámara, dije: ‘Aquí es, esto es lo que quiero hacer el resto de mi vida’”, comparte. “Pero con la música, me subí a una ola y fue algo incontrolable”.
Ahora, en la mediana edad, podría estar entrando a una nueva fase. Para nada se parece a nadie de 52 años que yo haya conocido, tiene una cara juvenil que sólo desvela el paso de los años cuando sonríe y se le ven arrugas diminutas en torno al entrecejo. “Alguien con ese grado de carisma es muy excepcional, uno en un millón”, dice Abe Sylvia, creador de Palm Royale, quien está seguro del magnetismo perdurable del intérprete. “Tal vez no pasó el verano viajando haciendo teatro, pero tiene un efecto químico en cualquier entorno en el que se encuentra. No creo que se pueda llegar a ser Ricky Martin sin una ética laboral como la suya”, continúa Abe.
En todo caso, parece que su trabajo más exigente es ser hombre de familia. Martin tiene cuatro hijos por gestación subrogada: tuvo niños gemelos cuando era un hombre soltero en 2008, y una niña y un niño que nacieron en 2018 y 2019, respectivamente, y que comparte con el artista visual Jwan Yosef, con quien estuvo casado seis años. En el curso de su divorcio reciente, la madre de Martin, Nereida Morales, empezó a viajar de su natal Puerto Rico a Estados Unidos para ayudar a Ricky con los niños. Cuando estoy de visita, ella está en la cocina, platicando con uno de sus nietos: Matteo de 15 años, en pants y sudadera grises, y pelo suelto, estacionado frente al refrigerador buscando qué comer.
Martin es un papá activo. Lleva a los niños al beisbol y les sirve nuggets de pollo para cenar. Cuando nos encontramos al gemelo de Matteo, Valentino, jugando videojuegos en un cuarto de estar, se enoja porque lo interrumpimos. Pero al margen de los momentos de angustia adolescente, es imposible ignorar el poder que tiene la figura de Ricky. “Mi hijo estaba hablando de la gira”, me cuenta. “Me dijo: ‘Pitbull dice que él es Mr. Mundo. Pero mi papá es Mr. Mundo”.
Fuente: gq.com