Las nuevas emociones de Intensamente 2, explicadas por una psicóloga

Jueves, 20 de junio del 2024

 Las nuevas emociones de Intensamente 2, explicadas por una psicóloga

Algunas emociones pueden ser incómodas, sí, pero no son buenas ni malas. Entenderlas nos ayudará a navegarlas para dejar de evadirlas. Una psicóloga nos las explica.

Seamos honestos, podemos darle más crédito a las películas de Intensamente de Pixar sobre la salud mental de las nuevas generaciones que a la escuela, pues la realidad es que la inteligencia emocional suele relegarse a espacios de la esfera privada como el hogar – y, sobre todo, a figuras femeninas como a la madre, abuela, hermana, etc…– o, en algunos casos privilegiados, a la terapia. Así que, en el mejor de los escenarios, la inteligencia emocional viene de nuestras relaciones interpersonales durante la infancia con personas que (spoiler alert) tampoco tuvieron educación emocional. Y sí, los resultados son poco esperanzadores.

 

Si ya viste Intensamente 1 y 2, es probable que estés un poco familiarizado con el funcionamiento de las emociones y la mente humana; desde el inconsciente hasta el pensamiento abstracto. No obstante, quizá valga la pena profundizar un poco más para entender mejor ese fenómeno casi místico que vivimos a diario y que, muchas veces, dicta nuestra vida de manera inconsciente: las emociones.

En el mundo occidental, se nos ha enseñado que la razón es superior a las emociones (de ahí que el plan de estudios escolar se enfoque en enseñanzas académicas y no interpersonales). Freud, por ejemplo, decía que la sublimación era la forma más avanzada de lidiar con el inconsciente. Con esto se refería a que traducir los impulsos humanos violentos en intereses académicos y culturales era la mejor manera de lidiar con el peso de… sentir cosas incómodas. Pero la realidad es que la razón muchas veces se queda corta antes las emociones, sobre todo cuando no las entendemos bien. Así que empecemos por lo básico:

 

¿Qué son las emociones?

Las emociones son respuestas físicas a estímulos externos que nos permiten sobrevivir en el mundo. Surgieron mucho antes que el lenguaje y, por lo tanto, son mucho más instintivas. La razón por la que a veces pueden ser incómodas es porque atraviesan directamente el cuerpo, y si no sabemos escuchar al cuerpo, podemos perdernos muy fácilmente en narrativas internas que pueden (aunque no siempre) ser contraproducentes. En pocas palabras, lo que entendemos como emociones son reacciones del sistema nervioso que nos permiten tomar decisiones instantáneas sobre si debemos huir, atacar, o disfrutar de un estímulo externo.

 

Las emociones en sí mismas no son buenas o malas. No pueden serlo. Pueden ser incómodas, sí, especialmente cuando no las entendemos, pero existen por algo. El objetivo no es juzgarlas, sino entenderlas, pues una vez que tenemos una idea de lo que sucede en nuestros cuerpos cuando se manifiestan las emociones es mucho más fácil navegarlas. Esto es lo que, en resumidas cuentas, entendemos hoy en día como inteligencia emocional. Entre más convivamos con las emociones, las escuchemos y trabajemos con ellas, más grande será nuestra ventana de tolerancia y más fácil será transitarlas e, incluso, usarlas a nuestro favor.

 

Hay muchas emociones con las que convivimos a diario. No conocerlas es como habitar una casa con desconocidos, y lidiar con extraños siempre es abrumador y puede dar mucho miedo. Cuando empiezas un trabajo, o llegas al primer día de clases, puede ser intimidante presentarte ante tantas personas nuevas. Pero con el tiempo la convivencia se vuelve más sencilla porque, aunque no todos te caigan bien, los conoces y sabes qué esperar de ellos y cómo tratarlos.

Tal como muestra la película, hay cinco emociones básicas: alegría, enojo, tristeza, desagrado y miedo. El resto de las emociones será una combinación de algunas de estas cinco y se desarrollarán conforme a nuestras habilidades cognitivas. Así que empecemos a entenderlas.

Las emociones de la película Intensamente 1, explicadas

Enojo

Tristeza

Miedo

Desagrado

Alegría

 

Enojo

Aunque puede ser muy abrumador, hoy en día el enojo nos permite hacer una labor muy importante en el campo de la salud mental: poner límites y ejecutar cambios. ¿Por qué el enojo es incómodo? El sistema nervioso simpático se activa, segregando adrenalina y otras sustancias que nos ponen en modo de ataque. Cuando surge el enojo, es importante hacerse la pregunta: ¿qué límites se están sobrepasando que me impulsan a defender mi territorio emocional y personal? El enojo nos defiende y, por lo tanto, nos permite actuar y comunicar los límites que se están cruzando y que nos hacen sentir amenazados. Una vez que entiendes esto, es más fácil convivir con el enojo y usarlo para poner límites o hacer los cambios necesarios en nuestro entorno en lugar de dar un golpe, insultar, o caer en patrones autodestructivos donde nos lastimamos a nosotros mismos para no lastimar a los demás.

 

Tristeza

Como bien se demuestra en la primera entrega de la película, la tristeza nos permite hacer una pausa para alejarnos de las situaciones que nos lastiman y reflexionar sobre qué las ocasiona para no repetirlas. Esto se debe a que el sistema parasimpático se activa (demasiado), bajando niveles de serotonina y dopamina, afectando los niveles de motivación y satisfacción. Generalmente, la tristeza llama al llanto, lo cual permite comunicar a las demás personas que estamos vulnerables y necesitamos conexión y apoyo. Cuando surge esta emoción, puedes acompañarte, escuchar tus necesidades, darte un espacio y, sobre todo, cuando te sientas listo buscar apoyo e interacciones que te permitan sentirte sostenido y querido, aunque parezca difícil. La conexión con otros seres queridos activa el sistema ventral y nos permite encontrar soluciones, elevar el ánimo, y aliviar la desesperanza. No obstante, es importante recordar que todas las emociones necesitan tiempo para ser procesadas, y desear que se quiten inmediatamente muchas veces solo las hace más fuertes. Así que cuando llegue la tristeza, abrázala y busca tomar la mano de alguien en lo que transitas ese momento difícil.

 

Miedo

El miedo también activa el sistema nervioso simpático, pero en lugar de impulsarnos al ataque, propone otra salida de emergencia: la huida. Es una emoción intensa porque busca sacarnos de una situación de peligro lo antes posible. Si la situación lo amerita, sal corriendo, pero cuando puedas mirar al miedo a los ojos sin estar en una situación de vida o muerte, plantéate esta pregunta: ¿qué tiene en común esta situación con la primera vez en mi vida que me sentí así? Muchas veces, el miedo surge en situaciones que podrían parecer inofensivas porque es durante los primeros años de vida que nuestro sistema nervioso empieza a identificar qué estímulos son amenazantes para cuidarnos de ellos en el futuro. Lo importante es mostrarle a nuestros cuerpos que las amenazas no siempre siguen siendo relevantes y que muchas veces tenemos herramientas adultas para enfrentarnos a lo que de pequeños nos hizo sentir miedo.

 

Desagrado

Esta es una emoción fundamental para la supervivencia, ya que nos aleja de cualquier experiencia que amenace nuestra salud. Por ejemplo, en su forma más básica, es una manera de alejarnos de gérmenes, bacterias y alimentos peligrosos para prevenir enfermedades o, incluso, la muerte. Sin embargo, esta reacción ha evolucionado y, como los humanos somos gregarios por naturaleza, puede activarse cuando estamos frente a otras personas cuyos comportamientos amenazan la estructura social en la que vivimos.

 

Alegría

Esta es la favorita de casi todos porque, a diferencia de las anteriores, no se relaciona con una sensación displacentera en el cuerpo. Todo lo contrario. La alegría activa al sistema nervioso simpático, pero además también activa al sistema nervioso ventral. Es una emoción que nos permite conectar fácilmente con los demás, y que funciona como un premio para que nuestro cuerpo entienda qué estímulos son seguros para nosotros y busque repetirlos. Pero hay que tener cuidado: lo que nos hace sentir bien no siempre es lo que nos hace bien. La alegría es un arma de doble filo que, al igual que el miedo, se establece desde una edad temprana, y lo que nos hizo sentir bien una vez no es necesariamente lo que necesitamos ahora. Si no tenemos claro que la alegría es pasajera, podemos caer en patrones de comportamiento contraproducentes intentando sostener esa sensación de bienestar de manera indefinida, lo cual es imposible. La belleza de la alegría es que, al igual que las demás, es una emoción pasajera que tampoco puede sostenerse por sí misma porque nos alejaría de la realidad, volvería más complicado desarrollar la empatía y nos dificultaría poner límites sanos.

 

Las nuevas emociones de Intensamente 2, explicadas

Ansiedad

Vergüenza

Ennui

Envidia

Ansiedad

Si no se comprende, la ansiedad puede ser increíblemente incómoda e, incluso, paralizante. ¿Cuál es la diferencia entre la ansiedad y el miedo? La ansiedad va más allá de la activación del sistema nervioso simpático, pues involucra muchas más herramientas cognitivas como la imaginación, la planeación a futuro, la capacidad de generar hipótesis y el autoconcepto. Todas estas surgen durante la pubertad y la adolescencia con la función de permitirnos crecer y comprender nuestro entorno, pero muchas veces se alían con el miedo y pueden generar caos. Hoy en día, pocas veces con enfrentamos con amenazas de vida o muerte y, por lo tanto, nos enfrentamos con peligros cotidianos a los que podemos atribuirles resultados catastróficos. ¿Y si me va mal en el examen?, ¿Y si mi jefe me regaña?, ¿Y si mis amigas dejan de hablarme porque me corté el cabello? Nos enfrentamos a tantas circunstancias, y nuestra mente genera tantas alternativas para lidiar con ellas, que es fácil sentirnos en peligro constante.

Cuando surge esta incómoda emoción puedes preguntarte: ¿Qué siento que está fuera de mi control?, ¿Por qué me siento incapaz de lidiar con esto y qué me hace falta para retomar la confianza en mí mismo? No es una emoción fácil de manejar, pero es importante recordar que es una alarma que también nos invita a reflexionar sobre los límites y nuestra relación con el control.

 

Vergüenza

Aquí, el desagrado se encuentra con la ansiedad y el miedo. Como mencioné anteriormente, el desagrado en los humanos surge cuando se encuentra ante una persona que rompe con las convenciones que nos permiten vivir en sociedad. En la pubertad, además, se desarrolla el pensamiento abstracto (y con él la idea de justicia), el autoconcepto y la necesidad de pertenecer a un grupo. Así, la vergüenza surge para guiarnos según los parámetros sociales que determinan nuestra pertenencia a un grupo, de modo que sentimos rechazo hacia nosotros mismos cuando no cumplimos con ellos por miedo a ser rechazados. Recordemos que el humano no puede vivir en aislamiento, por lo que esta emoción es fundamental durante la adolescencia porque es el momento en el que estamos comprendiendo cómo funcionan las reglas sociales y cómo debemos comportarnos en grupo. Cuando surge esta emoción, está bien preguntarnos: ¿Qué límites personales hemos roto para pertenecer a un grupo?, y ¿Qué necesito para sentirme querido y aceptado?

 

Aunque la vergüenza es una brújula social, recuerda que no todas las personas son espacios seguros. Respeta tus límites y valores por encima de las exigencias de los demás. Un grupo de personas sanas y seguras comunicarán sus necesidades abiertamente, escucharán las tuyas y te aceptarán en el proceso de formar parte del grupo.

 

Ennui

Te preguntarás, ¿qué es el Ennui? Aunque literalmente se traduce como “aburrimiento”, l’ennui es un concepto francés que alude a esa sensación que viene de no encontrarle sentido a las cosas. Esta es quizá la emoción más compleja de explicar, y una de las que causa más confusión. Aquí se mezcla el desagrado con la tristeza para crear una emoción similar a la apatía adolescente. Es, de alguna manera, una defensa a la vergüenza (no puedo sentir que hago el ridículo ante algo que rechazo) a la vez que abre espacio para que podamos elegir qué nos gusta y qué no. Si todo nos emocionara y todo nos generara alegría, sería difícil definir nuestros gustos y preferencias para desarrollar una personalidad adulta. La falta de motivación por las cosas puede hacer que esta emoción sea incómoda, pero la capacidad de habitar el aburrimiento y la falta de sentido es precisamente lo que nos permite desarrollar la creatividad y nuestra capacidad para solucionar problemas.

 

Así que cuando llegue esta emoción podemos preguntarnos: ¿Por qué siento la necesidad de alejarme y tener un espacio propio?, ¿Qué es lo que hace que esta situación me genere rechazo para poder conocerme mejor?

 

Envidia

Aquí, el disgusto y la alegría se encuentran con el enojo armando una emoción muy compleja que nos motiva a conseguir un objetivo tomando a los demás como referencia de lo que deberíamos o no tener. La complejidad de esta emoción radica en que, para que surja, debe existir la comparación. Esto implica el desarrollo del autoconcepto, la idea de justicia (pensando en lo que debería ser mío y no es), pero también el tomar a otras personas como punto de referencia para definirse a uno mismo. Su función, al igual que la vergüenza, es gregaria. Tiene la finalidad de mantenernos dentro de un grupo, pero también de mantener una buena posición social al identificar qué tienen los demás y, por lo tanto, qué debería tener yo para mantenerme relevante en el grupo.

 

Aunque es incómoda, esta emoción nos invita a preguntarnos: ¿Por qué estamos insatisfechos?, ¿cómo puedo distinguir lo que yo quiero de lo que siento que debería querer? Al final del día, aunque la envidia nos separa de los demás, sin ella es difícil desarrollar y entender la empatía que nos permite conectar con los otros.

 

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