Viernes, 23 de agosto del 2024
Sus nombres los conoces, sus proyectos también. Este talentoso trío de mexicanos que traspasan barreras en el cine internacional se une –por primera vez en pantalla– para celebrar su amor por México con una serie que navega en lo más íntimo de sus propias emociones.
Decir que La Máquina es uno de los proyectos más personales de Diego Luna, Gael García Bernal y Eiza González es aventurado. Pero he decidido correr el riesgo. Después de todo, los indicios están a la vista. Esta serie es la primera apuesta en español de Hulu y ha sido escrita, protagonizada y producida por Searchlight Television y La Corriente del Golfo, la casa productora de Luna y García Bernal. Es, además, el proyecto que los vuelve a juntar en pantalla desde Y tu mamá también (2001) y Rudo y Cursi (2008). Por otro lado, es el proyecto que trajo a Eiza González a filmar de vuelta a México (la actriz sonorense no había trabajado en proyectos en español en nuestro país desde su paso por las telenovelas, en 2013). Entonces, es seguro decir que ya era momento de verlos juntos; en acción. Este 2024, nos regalan una miniserie que demuestra el sello único e incomparable de lo Hecho en México... Y esta es la historia detrás.
Diego Luna se ha sincerado en repetidas ocasiones sobre qué lo llevó a La Máquina. Él y Gael García Bernal lo remontan a unos años atrás, durante el Festival de Cine de Berlín, donde su pasión por el boxeo mexicano los impulsó a querer contar esta historia. Luna ya había satisfecho su interés nato por este deporte de combate con el documental J.C. Chávez (2007) pero, en esta ocasión, algo tendría que ser diferente. “Crecimos viendo las peleas de Julio César Chávez, el gran héroe mexicano. Hablar del boxeo es hablar de nuestra infancia”, me cuenta. El resto como dicen, es historia. El dúo se dio a la tarea de escribir, producir y actuar en una serie tan íntima como personal que llegará a las plataformas de Hulu y Disney+ el 9 de octubre a nivel global. La historia narra el declive de la carrera del boxeador Esteban “La Máquina” Osuna –interpretado por García Bernal–, mientras que su mejor amigo, Andy Luján (Diego Luna), busca darle un momento más de gloria. En la historia también se entrelaza la relación de Esteban con su ex esposa –interpretada por Eiza González–, así como un elenco y equipo de producción de talento mexicano. La Máquina es íntima porque reúne el propósito incesante de estas tres personalidades por contar historias mexicanas, y personal porque retoma la amistad de casi cuarenta años entre García Bernal y Luna. “[La Máquina] es única en su tono y en lo que busca. Y, sin embargo, apela a una dinámica con la que jugamos en Rudo y Cursi y en Y tu mamá también. Como historia es una fábula que vive en su propio tono. Está llena de guiños a experiencias personales”, me dice el actor.
A lo largo de su carrera, Luna ha mencionado cómo cada proyecto es el reflejo de un momento específico de su vida personal. La Máquina no es la excepción. “Para mí era muy importante jugar libremente. Lo lúdico era vital. Apelar a lo que nos tiene haciendo La Máquina: una relación de muchos años, una amistad y el acompañarnos y conocernos. De eso va la serie”, agrega.
Gael García Bernal vacila en mencionar los tres momentos que han definido su carrera, tal como le pregunto al iniciar nuestra plática. Reflexiona algunos segundos y, finalmente, me dice: “Comenzar a estudiar teatro fue fundamental. Fue una decisión”. El actor mexicano ha contado esta historia más veces de las que seguramente puede recordar. Cuando se le pregunta, ha dicho cómo la huelga estudiantil de la UNAM de 1999 lo llevó a Londres a encontrarse con las artes escénicas en The Royal Central School of Speech and Drama. También, ha mencionado la convergencia del tiempo a su regreso para filmar Y tu mamá también, la cinta dirigida por Alfonso Cuarón que lo llevaría a la escena internacional de la época. Y así, suma la serie de eventos que, presume, lo han llevado a dónde está.
El segundo momento trascendental que García Bernal refiere es el estreno de Amores Perros en el Festival de Cannes, en mayo del 2000. “¿Qué recuerdas de ese día?”, pregunto. “Fue una cosa mágica”, responde sin pensar. “Hermosa. Me acuerdo de los instantes –es algo que jamás podré reproducir de otra manera más que en la poética del recuerdo”, dice. Y es que, en efecto, no hay forma de reproducir aquel momento determinante para el cine mexicano y el impacto global que tendría. “Amores [Perros] se siente como el primer clásico de la nueva década, con secuencias que probablemente pasarán a la historia”, se leía en la reseña del cinco de octubre de The New York Times por Elvis Mitchell. “Al salir de la función, la vida de todos los que participamos, cambió”, recuerda. “Estábamos ahí, entre compas”. Aquellos amigos a los que se refiere son Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón y, por supuesto, Diego Luna. Lo que pocos sabían en ese momento es que aquel grupo de mexicanos –además de nombres como Guillermo del Toro, Emmanuel ‘Chivo’ Lubezki, Salma Hayek, Rodrigo Prieto, y más– rompería toda frontera y daría inicio a la ola de talento del milenio.
“El cine se dio”, dice convencido. Y tu mamá también fue la mecha propulsora de su carrera. “Definirla va a hacer limitarla”, afirma sobre su experiencia actuando. Y es que hablar del impacto del actor nos obliga a remitirnos a su trabajo como director y productor de narrativas audiovisuales latinoamericanas, como lo ha hecho a través de Ambulante o la creación de dos casas productoras –en su momento Canana Films y ahora, La Corriente del Golfo–. No es de extrañar, por supuesto, que estos últimos tres proyectos, sean de la mano de Diego Luna. “Siempre vamos de la mano. Siempre llegamos al mismo lugar, juntos. Nos encontramos laboralmente. Eso es una suerte brutal”.
Finalmente, el tercer momento trascendental del que hablamos es la cinta No (2012), del director chileno, Pablo Larraín. Que Gael García Bernal se vea atraído por historias no contadas es poco decir. A sus 25 años, afirmaba que le interesaba contar historias que hubieran sido prohibidas. Le pregunto si esto aún es el caso. “Es que las cosas son diferentes. Ahora damos por hecho nuestros derechos, y a veces no los ejercemos como deberíamos”. La cinta de Larraín relata la campaña propagandística en el plebiscito de 1988 para derrocar la dictadura de Augusto Pinochet. Esta cinta forma parte de un repertorio de proyectos que sucumbieron en momentos políticos-sociales de los cuales García Bernal puede sentirse orgulloso. En Amores Perros (2000), El crimen del Padre Amaro (2002), ¡Fidel! (2002), por mencionar algunas, el contexto político es tan solo un catalizador para contar la historia. “Cuando salió Amores Perros había una autocensura que veníamos acarreando, donde no se hablaba de esas cosas. No eran permitidos estos ejercicios libres, transgresores. Ese año, fue la primera vez que votamos en la Ciudad de México por un gobierno de izquierda, con Cuauhtémoc Cárdenas. Estábamos estrenando varias cosas de nuestros derechos; derecho a la libertad de prensa, derecho al voto, todo eso tenía un componente muy importante. En aquel entonces había un montón de tabúes que romper y romper en el sentido de comunicación formal porque ya estaban rotos en la sociedad. Cuando sale El crimen del Padre Amaro ya lo habíamos pasado”, cuenta.
Eiza González recibió la llamada para interpretar a Irasema en La Máquina y, como si el destino tomara partido aquí, se trató del proyecto con el que la mexicana regresó a actuar en español, a México. La razón de no hacerlo antes tiene varias vertientes. La primera, quizá la más obviada, es que la actriz no ha parado en los últimos años. Tan solo en lo que va del 2024, ha “malabareado” su agenda entre estrenos mundiales y su tiempo de filmación. Este año, arrancó con el estreno de The Ministry of Ungentlemanly Warfare; Mr. & Mrs. Smith; y 3 Body Problem –una de las series más costosas en la historia de Netflix que ya fue nominada a varios premios Emmy–. La segunda, es que los papeles adecuados no le habían llegado.
Y cuando hablamos de adecuados, Eiza González lo tiene muy claro. “No sabes cuántos personajes de narcotráfico, asesinos o cárteles me llegan. No voy a tomar ninguno porque yo no quiero representar a mi país de ninguna manera negativa. Para mí, México lo es todo”. La tercera, quizá la más esclarecedora, es que ha decidido tomar y crear sus propias oportunidades. ¿La razón? “No tengo el privilegio de poder elegir mis proyectos. Aún con los años que llevo en esta carrera, estoy a la espera de que alguien levante el teléfono y me llame en relación a los proyectos que voy a tener. Tengo una desventaja por se latina. No hay suficientes proyectos aún. Es algo de porcentaje”, dice contundente.
Pero aquello no la ha frenado. Todo lo contrario. González comenzó su carrera a los 13 años. Su inicio en la televisión mexicana impulsó varias cualidades importantes en ella. “No he cambiado mucho. Soy la misma Eiza que fue al CEA (Centro de Educación Artística de Televisa). No siento que mi energía haya cambiado. Simplemente he crecido y he aprendido a navegar mis emociones. Soy muy disciplinada y trabajadora. Me encanta desafiarme a mí misma, demostrarme cosas que no pensé que podía. Soy muy huevuda. Soy de Sonora. Soy norteña”.
Eiza González tomó la decisión de dejar México y mudarse a Estados Unidos. Obtuvo su primer papel en la televisión estadounidense en From Dusk till Dawn: The Series (2014). Han pasado diez años desde que llegó a Hollywood y si algo hemos atestiguado es su evolución. “Quiero que me vean como lo que soy: una mujer que ha trabajado por lo que tiene. Nadie me lo ha dado. Mi mamá no conocía a nadie en Hollywood, nadie sabía quién era yo. Nada se me dio. Todo lo tuve que trabajar. Tuve que dejar todo lo que yo conocía, lo que había construido por años en mi país y decir: ‘Me voy a arriesgar a ver qué pasa’”. Lo que pasó fue su naturaleza audaz que la ha llevado a sumar al menos 15 filmes en Estados Unidos desde entonces. Su manera de lograrlo me lo revelaría más tarde: “Me enfoco en lo que tengo control; que la elección de mis personajes enaltezca a mi país, a la mujer latina, a las mexicanas”.
También le pregunto sobre el momento viral que se vivió en su paso por la MET Gala de este año, donde declaró que –a veces– no sentía el mismo amor por parte de los mexicanos. “Me cuesta trabajo entender la relación conmigo. He tenido mucho ataque desde que soy muy niña”. Pero de los titulares amarillistas, González toma lo solo positivo. “Me siento muy orgullosa de ser una mujer mexicana. De lo que la mujer latina experimenta, las cosas que tiene que hacer para salir adelante. La cultura, la educación, los valores”.
Fuente: vogue.mx