Los hábitos del día a día que están secando tu piel y debes detener
Domingo, 15 de septiembre del 2024
Hay hábitos que están secando tu piel y quizá no lo sabes. Por lo mismo, puede ser que recurras a ellos todos los días, aumentando las complicaciones de este problema. Y decimos problema porque, después de todo, una piel reseca puede ser muy incómoda de tratar y ocasionar diversas molestias.
En primer lugar, porque si se está secando tu piel probablemente ya notaste que esto puede causar dolor y ardor, por la poca flexibilidad que tiene la barrera de tu cuerpo, además, puede generar comezón e inflamación, incluso, aumenta la probabilidad de contraer bacterias. Además, es un hecho que la piel deshidratada no se ve bien, pues tiende a lucir áspera, escamosa o enrojecida, lo cual también se vuelve incómodo para la gente que se mira en el espejo y no reconoce su cuerpo con su forma usual, nada más y nada menos, que en el órgano más grande del mismo: la piel.
Si te identificas con estas sensaciones, tanto de apariencia como de malestar, entonces debes prestar atención a los siguientes hábitos del día a día, pues pueden estar secando tu piel y debes detenerlos a la brevedad.
Fumar
Si eres fumador, probablemente ya lo sabes: este vicio es uno de los más perjudiciales para la salud del cuerpo. Sin embargo, la piel es una de las principales formas en que podemos notar los efectos del consumo de tabaco. Y es que al fumar, se puede pigmentar la piel de color amarillento, se pierde la capacidad de cicatrización y también se reseca mucho más, sobre todo porque la nicotina causa directamente efectos en las células de la piel, disminuyendo su actividad, capacidad de movimiento, proliferación y remodelación. Es decir, fumar envejece tu piel y, por lo tanto, la reseca. Y aunque existen cuidados de la piel para fumadores que pueden mitigar los efectos, lo ideal es abandonar este hábito si se tiene una preocupación por el estado de salud de la piel.
Exponerse a climas secos
Cuando un lugar tiene poca humedad, la piel tiende a resecarse. En este caso, si vives en un lugar con poca humedad, será difícil que puedas cambiar el contexto, pero sí puedes tomar en cuenta algunas acciones para reducir su impacto. Por ejemplo, usa bloqueador solar al salir y evita utilizar el aire acondicionado.
Bañarse con agua demasiado caliente
Quizá ya has escuchado por ahí que bañarse con agua caliente no es lo ideal, y quizá lo has ignorado. Lo entendemos, bañarse con agua fría puede parecer castigo militar, sin embargo, basta con que el agua que usemos esté tibia para beneficiar la salud de la piel, pues el agua caliente puede irritar el cuerpo, mientras que el agua tibia a fría mejora la presión arterial y reduce la inflamación. Por otro lado, si no quieres dejar al agua caliente, puedes optar por hacer baños cortos y recuerda aplicar crema humectante al salir de la regadera.
No usar productos (o usarlos en exceso)
El cuidado de la piel es demandante. No todas las personas obtienen los mejores resultados de los mismos productos, algunos son más sensibles que otros a ciertos componentes, etc. Sin embargo, algo es cierto: a todos nos viene bien usar crema hidratante. Este, por ejemplo, es uno de los productos que recomendamos aplicar de forma cotidiana. Sin embargo, hay otros que es mejor evitar en uso excesivo, como los exfoliantes. Intenta mantener un balance en tu rutina de cuidado de la piel para que no abandones ni sobreprotejas esta parte de tu cuerpo.
No tomar agua
Sabías que este punto iba a llegar y es que sí, la deshidratación es uno de los principales factores por los que se puede estar secando tu piel. Recuerda que no todas las personas necesitan la misma cantidad de agua al día, pero absolutamente todos requieren mantener una hidratación suficiente como para llevar a cabo las labores del día a día, así que no descuides el tomar agua como parte rutinaria de tu vida.
Presencia de enfermedades
Si tus hábitos no parecen ser la causa de resequedad en tu piel, entonces puedes considerar la presencia de algunas enfermedades vinculadas con estos efectos, como son enfermedades del riñón, diabetes, problemas de tiroides o el uso de medicamentos diuréticos. En estos casos, lo mejor es acudir con un médico profesional.
Fuente. gq.com