Martes, 24 de septiembre del 2024
El azúcar es un maestro del engaño y se esconde bajo muchas identidades. Así que es momento de analizar las despensas y conocer realmente qué dicen las etiquetas de nuestros alimentos.
Somos adictos al azúcar. Admitámoslo de una vez. Pero no hay que sentirnos mal, no todo es nuestra culpa. Pues hay más de un interesado -ejem, la industria alimentaria- que busca mantenernos así. Para entender cómo llegamos a este punto de crisis, hay que mirar hacia atrás, pues todo comenzó en la Edad de Piedra, cuando un alimento dulce significaba que era seguro para consumirse. Así fue cómo evolucionamos los seres humanos sintiendo placer por lo azucarado.
Para finales del siglo XX, el azúcar de mesa ya se había convertido en el oro de la industria alimentaria, pues se dio cuenta de que producir alimentos baratos repletos de conservadores y aditivos era realmente adictivo, y esto les generaba una sola cosa: ganancias. Muchas ganancias. “Para mejorar el sabor de los alimentos, la industria alimentaria agrega en muchos caso aditivos que pueden llegar a ser azúcares”, explica Mariana Pérez Trejo Soltwedel, Licenciada en nutrición por la Universidad Iberoamericana. Ella nos explica que el hecho de que estos azúcares estén escondidos bajo diferentes nombres en los productos procesados, hace mucho más difícil que nos demos cuenta de la verdadera cantidad de azúcar que estamos consumiendo día con día. Que, seguramente, es mayor a la recomendada por los expertos en nutrición.
Y este exceso se ve reflejado en muchos malestares. Si sufres de acné, dolores de cabeza, antojos desmedidos, cansancio crónico, cambios de humor, envejecimiento prematuro, inflamación en los intestinos, es momento de voltear a ver la despensa, pues es probable que las barritas, el pan, la cerveza, cereales, las galletas, granolas y salsas enlatadas nos estén viendo la cara. Y es que el azúcar es un maestro del engaño y se esconde bajo muchas identidades como: sacarosa, jarabe de maíz de alta fructosa, lactosa, azúcar de coco, maltosa, azúcar invertido, fructosa, jarabe de arce, melaza, jugo de caña evaporada, sirope de arroz, miel o miel de agave. Distintos nombres para una misma cosa: azúcar. ¿Te habías preguntado por qué no puedes comer solamente un tazón de cereal o por qué sientes esa necesidad imperiosa de acabarte un paquete de galletas completo? Es probable que tengan un alto contenido de azúcar en sus ingredientes. “El primer ingrediente de la tabla nutricional es el ingrediente que viene en una mayor cantidad en un producto", explica la experta.
La nutrióloga recomienda elegir alimentos que provengan de la naturaleza, frutas, proteínas, cereales integrales y leguminosas. “Evitar los productos procesados y dentro de lo posible cocinar en casa para asegurarte de que lo que está en tu comida no le hará daño a tu salud a largo plazo”, dice. Aunque lo ideal sería que los aderezos, los jugos y las salsas sean caseras, la nutrióloga también entiende que con el ritmo frenético que llevamos actualmente, en ocasiones esto no siempre es posible. La única solución es tener un conocimiento básico de la nutrición que te permita tomar mejores decisiones como consumidor. “Si tú revisas la etiqueta de una barrita y ves que tiene muchos ingredientes que ni siquiera identificas en tu vocabulario, esto quiere decir que tiene muchos conservadores, colorantes y probablemente muchas azúcares”. En cambio, si ves un producto con pocos ingredientes, seguramente es más natural.
Con estos consejos de la nutricionista, podrás tomar mejores decisiones en cada comida y te ayudarán a sentirte mejor desde adentro. Además, podrás combatir los efectos secundarios y malestares que, sin querer, nos ocasionamos a nosotros mismos cuando no estamos bien informados.
Fuente: vogue.mx