Miércoles, 2 de octubre del 2024
Si nunca antes te habías preocupado por cuidar de tu microbiota intestinal, ha llegado el momento de hacerle unos cambios a tu vida.
Aunque parezca contraproducente que necesitemos mantener una microbiota intestinal repleta de bacterias para vivir, esa es nuestra realidad. Pero no ocupamos cualquier clase de microorganismos, sino los llamados probióticos que son más nobles de lo que parecen con nuestra salud. Sigue leyendo para descubrir todo lo que estos pequeños agentes hacen por tu cuerpo y descubrirás la razón por la que merecen tu afecto, así como los consejos básicos para cuidar de ellos.
¿Qué es la microbiota?
De acuerdo con el Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas de España, la microbiota “es un conjunto de 100 billones de bacterias que colonizan el aparato digestivo […] de hecho, ya es considerada por la ciencia como un órgano más del cuerpo, aunque adquirido”. Esta se forma desde que nacemos y se va desarrollando en nuestro cuerpo a medida que crecemos en una relación de simbiosis, es decir, viven dentro de nosotros a cambio de protección y otros favores.
Tiene tres funciones principales. Por un lado, actúa como barrera protectora ante enfermedades, agentes patógenos, sustancias carcinógenas, metales tóxicos, químicos nocivos presentes en el ambiente, y partículas de polvo y suciedad. En cuanto a la segunda, es una ayuda adicional en la metabolización de los alimentos. Finalmente, se encarga de mantener el sistema inmunológico en orden.
¿Cómo mantener una microbiota saludable?
Si llevas una mala alimentación (especialmente baja en fibra o alta en irritantes), ingeriste algún alimento en muy mal estado, has caído en el sedentarismo, sufres de estrés crónico, estás rodeada de contaminación ambiental, o haces un mal uso de antibióticos, lo más probable es que generes un desequilibrio entre las distintas cepas bacterianas de tu sistema digestivo.
La consecuencia inminente de este problema es una microbiota dañada llamada disbiosis, pero siempre (o casi siempre) es posible restaurarla con el tratamiento adecuado y ciertos cambios de hábitos que le devolverán la vida a tu régimen de soldados protectores.
Llevar una dieta equilibrada
La microbiota se alimenta de los polifenoles presentes en verduras, frutas, té, café, chocolate amargo y vino tinto. De no consumir estos ingredientes, los agentes se van muriendo de hambre, lo que provoca una variedad en disminuición de tipos de bacterias.
Por ello, necesitas asegurarte de que tus comidas incluyan una buena porción de estos alimentos (de preferencia lo menos cocinados que se pueda), y por el contrario, cantidades más pequeñas de grasas saturadas, carbohidratos simples, e irritantes. También es muy recomendable ingerir prepaciones fermentadas que surten al organismo de nuevas bacterias (probióticos) para reponer las que ha perdido.
Realizar ejercicio de manera regular
La actividad física es el antídoto de todo mal de la salud. Si bien no debes obsesionarte con hacer cuatro horas de ejercicio diarias, sí que deberías integrarlo a tu vida como algo tan normal como comer o bañarte. Tu microbiota te lo agradecerá porque uno de sus principales beneficios es la regeneración celular, lo que también induce una producción constante de microbios antipatógenos para mantener las reservas renovadas.
Tener cuidado con la higiene del sueño
Al igual que el ejercicio, no podríamos vivir de manera adecuada si no dormimos correctamente porque durante el sueño el cuerpo realiza sus labores de restauración, donde por supuesto está incluido el mantenimiento de la microbiota. Entonces, cuida tu horario y ambiente de descanso para que tengas el tiempo necesario para renovar el equipo.
Evitar la auto y sobremedicación
La función de los antibióticos es limpiar el aparato digestivo de las microorganismos dañinos, pero dado que su composición necesita ser lo suficientemente agresiva para eliminar todo rastro de ellos, es imposible evitar que en el proceso se lleve una parte de la microbiota.
Por ello, si abusas de esta clase de medicamentos, ten por seguro que estarás siguiendo la receta perfecta para tu perdición porque matarás a los agentes que tenían por meta de vida proteger a tu aparato digestivo, dejándolo libre de que cualquier agente maligno lo infecte.
Prevenir las fuentes de estrés
El estrés crónico causa un desajuste en todo el cuerpo porque dirige todas las energías a las funciones estrictamente vitales en un intento de estar preparado para huir de lo que detecta como amenzas. Cuando se mantiene en este estado de alerta por largos periodos de tiempo, el resto de las funciones corporales van perdiendo facultades, lo que lleva a otras enfermedades crónicas que se vuelven más difíciles de tratar. Procura mantenerte alejada de fuentes constantes de estrés para que no dejes que se apodere de ti.
Con estos pequeños hábitos en tu rutina diaria, lograrás mantener tu microbiota intestinal sana y salva. Recuerda que el acuerdo es hoy por ti, mañana por mí, y si no cumples con tu parte, los microorganismos tampoco harán lo que les toca.
Fuente: glamour.mx