Martes, 4 de febrero del 2025
¿Eres capaz de detectar el final de una amistad, por muy larga que ésta sea? De niños, muchos nos aferramos a la esperanza de que nuestros amigos lo serán para siempre. Probablemente ya sepas que no todos lo son. A veces, es una pelea irreparable lo que los separa. Pero la mayoría de las veces, es simplemente un distanciamiento lento y poco dramático: las personas cambian. También sus prioridades. Antes de que te des cuenta, hay una distancia extraña y silenciosa entre ustedes que simplemente... sucedió.
Sin duda, es una verdadera pena cuando una persona con la que compartiste tantos recuerdos se desvanece en otro nombre de tu pasado. Aunque duela, dejar atrás a viejos amigos no es necesariamente algo negativo. De hecho, es una parte bastante común y natural del crecimiento. “Los seres humanos tienen una capacidad social limitada para comprometerse con las amistades”, explica a SELF Suzanne Degges-White, doctora y autora de Toxic Friendships: Knowing the Rules and Dealing with the Friends Who Break Them.
“Por lo tanto, tiene sentido que las menos cercanas, menos gratificantes o que requieren más esfuerzo desaparezcan con el tiempo”. Sin mencionar que algunas relaciones de amigos inevitablemente se quedan en el camino cuando ya no son convenientes, como después de mudarte a un nuevo vecindario, por ejemplo, o cambiar de trabajo.
El auténtico reto, sin embargo, es averiguar si tu dinámica simplemente está evolucionando a partir de lo que fue –porque, bueno, la vida es así–, o si ha llegado a su fecha de caducidad. ¿Te preguntas en qué categoría está cayendo tu vínculo, que antes era estrecho? Aquí tienes algunas señales de que el final de una amistad se aproxima.
1. Sus conversaciones parecen forzadas o superficiales
Las amistades buenas y sanas se nutren de conversaciones significativas, ¡y también de muchas pláticas tontas! Pero cuando una relación se acerca a su final, las charlas que antes fluían con facilidad empiezan a resultar incómodas y poco naturales, explica Sarah Epstein, terapeuta de pareja en Dallas, a SELF.
Quizá antes solían compartir absolutamente todo, desde historias de terror de sus citas hasta sus mayores objetivos profesionales. ¿Ahora? Después de hablar de temas triviales –el clima, el trabajo y los planes para el fin de semana–, ambos se quedan sentados en un silencio incómodo, tratando de encontrar la manera de llenar el vacío. O cuando te abres, su respuesta parece poco entusiasta –“Oh, cool”–, porque claramente ya no participan activamente en tu vida. Considera también el otro lado: ¿estás emocionado por escuchar a tu amigo, o tu mente empieza a divagar?
Según Epstein, si cada encuentro te hace sentir como si estuvieras buscando desesperadamente algo que decir, quizá haya llegado el momento de afrontar el hecho de que el vínculo de amistad que los une es ahora más forzado que familiar.
2. Sus estilos de vida ya no coinciden como antes
El simple hecho de estar en etapas diferentes de la vida es una de las razones más agridulces –aunque comunes– por las que una amistad termina, señalan las expertas. En este momento, quizá lo tuyo sean los fines de semana tranquilos en casa, mientras que tu mejor amigo de la universidad prefiere salir de fiesta hasta el amanecer, como solían hacer en el colegio. Tu prioridad actual es formar una familia, y la suya viajar por el mundo.
“Aunque en el fondo todos somos iguales, nuestros intereses, creencias y valores cambian a medida que maduramos”, indica la doctora Degges-White, y las conexiones creadas a partir de uno de estos factores tal vez no sobrevivan a esos cambios. “Por ejemplo, convertirse en padre o madre atraería naturalmente a alguien más hacia otros padres y madres”, destaca. “También es posible que hayas establecido un vínculo con alguien a quien veías en el gimnasio todas las mañanas, pero una vez que cambias tu horario de entrenamiento, quizá mantener esa relación dejaría de ser una prioridad”.
Nada de eso significa que una ruta de vida sea “mejor” que la otra; simplemente, ambas van en direcciones distintas y, a veces, ciertas personas no hacen el viaje contigo.
3. La relación es cada vez más unilateral
Las amistades son una calle de doble sentido, lo que significa que si una persona deja de esforzarse, es casi imposible que la conexión se mantenga viva. “Quizá creas que tu amigo no se implica o no está disponible lo suficiente, así que decides dar prioridad a otras relaciones”, apunta Epstein. “O eres tú quien se aleja a pesar de sus repetidos esfuerzos”.
Para averiguar si tienes una amistad unilateral, tómate un momento para reflexionar sobre su dinámica general. Por ejemplo, al revisar los mensajes de texto, ¿es solo uno de los dos el que inicia la conversación, o hay un intercambio equitativo? ¿Es una persona la que se desahoga, mientras la otra escucha ofreciendo poco consuelo? En cualquier caso, Epstein afirma que un desequilibrio importante en el esfuerzo es un indicador bastante claro de que quizá la dinámica no sea tan mutua como antes –o debiera serlo–.
4. Ya no estás dispuesto a hablarle de tus problemas
Incluso las amistades más sólidas pasan por malas rachas, y superarlas es un trabajo duro. Requiere esfuerzo mutuo, tiempo e inversión emocional, todo lo que puedes dedicar con gusto a los seres queridos que te importan, pero probablemente no a alguien a quien inconscientemente estás dispuesto a dejar marchar.
“Cuando los amigos hablan de estos obstáculos, demuestran que siguen comprometidos y dispuestos a superarlos”, explica Epstein. Por eso es una señal de alarma que uno de los dos –o los dos– decida que ya no merece la pena una conversación difícil, aunque muy necesaria. Por ejemplo, tal vez tu mejor amigo no quiera darte una respuesta sobre por qué no comparte contigo sus problemas, por mucho que le ruegues y supliques una charla sincera. O, en lugar de hablar de sus constantes indirectas, prefieres evitarlo. “Si dos amigos ya no pueden hablar, o perdieron el deseo de hacerlo, entonces la relación podría estar llegando a su fin”, resalta Epstein.
5. No los extrañas ni te sientes motivado para acercarte a ellos
Sin duda, habrá momentos en los que hablar incluso con tus personas favoritas sea demasiado difícil de soportar, ya sea porque estás de mal humor, abrumado por el trabajo o simplemente agotado socialmente. Sin embargo, en la mayoría de los casos, hablar con tus amigos íntimos no debería suponer ningún esfuerzo. Naturalmente, querrás saber cómo les fue en las vacaciones, por ejemplo, o hacer planes para verse en persona porque disfrutas su compañía.
Sin embargo, cuando una amistad llega a su fin, “te sentirás más resignado que entusiasmado”, dice Epstein. En lugar de volver a llamarles con impaciencia, por ejemplo –o al menos con ganas de hacerlo cuando puedas–, quizá lo añadas a la creciente lista de obligaciones que “harás después” a regañadientes. O tal vez ocurra algo importante en tu vida –un ascenso en el trabajo, una nueva relación de pareja– y ni siquiera se te pase por la cabeza compartir la buena noticia con ellos.
¿Y qué pasa si el final de una amistad es inminente?
Es comprensible que te sientas identificado con esta creciente ambivalencia. Pero si parece que tu antiguo amigo no está de acuerdo, tal vez sea hora de pensar en cómo manejar la situación con dignidad. “Si no se trata de una dinámica cercana, la mejor forma de proceder sería un lento distanciamiento. Con el tiempo, captarán el mensaje de que la amistad no es lo que pensaban que era”, subraya la doctora Degges-White.
No obstante, en el caso de los lazos de amistad más estrechos, “merece la pena intentar hablar sobre dónde se encuentran en la vida, tal vez programando una última reunión y compartiendo los cambios que han experimentado”. Puede ser una conversación difícil de mantener, pero la doctora Degges-White recomienda explicarlo con claridad: “Aunque valoras su amistad, la vida simplemente tomó otro rumbo y no están tan disponibles como antes”.
¿Y si el desinterés es mutuo? Eso, según la doctora Degges-White, sería una señal para dejar que la relación se desvanezca de forma natural. (Al menos de momento. Quién sabe, la vida tiene una forma curiosa de volver a unir a las personas). Sencillamente, algunas amistades no están hechas para durar, en cuyo caso, señala la doctora Degges-White, está perfectamente bien dejarlas ir cuando ya no se sientan cercanas.
Fuente. gq.com