Viernes, 20 de junio del 2025
En Irán, pasear a un perro por la calle puede ser más que un simple paseo, puede resultar en una multa, el arresto del dueño o incluso la confiscación del animal.
La razón de esto, según las autoridades conservadoras, es que estos animales son considerados “impuros” y símbolos de una “occidentalización” que el régimen busca combatir activamente.
Aunque los perros han sido tradicionalmente parte de la vida rural iraní, donde se usaban para el pastoreo y la caza, en las últimas décadas su presencia en entornos urbanos ha crecido, especialmente entre los jóvenes.
Para muchos, tener un perro se ha convertido en una forma de expresar resistencia silenciosa frente al régimen, al igual que otras decisiones personales como no usar hiyab o asistir a reuniones clandestinas.
Según la BBC, al menos 18 ciudades iraníes han reforzado la prohibición de pasear perros en espacios públicos, una medida que ya estaba vigente en Teherán desde 2019. Además, ahora también se restringe su transporte en vehículos.
Las autoridades justifican estas acciones alegando motivos de “orden público, salud y seguridad”.
Irán endurece su postura contra los perros como mascotas
El líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, ha calificado la tenencia de perros como “censurable”, permitida únicamente para funciones específicas como la vigilancia, la caza o el pastoreo.
Esta postura se enmarca dentro de una interpretación estricta del islam, que considera “najis” (impuro) el contacto con la saliva de los perros, algo que muchos clérigos consideran inaceptable.
Aunque no hay una ley nacional que prohíba expresamente tener perros como mascotas, los fiscales locales suelen emitir normativas que luego son aplicadas por la policía. En algunas regiones, los infractores podrían enfrentar acciones legales.
En 2021, un grupo de 75 legisladores llegó a proponer un proyecto de ley que buscaba multar con el equivalente a 800 dólares la tenencia o traslado de perros, gatos, conejos e incluso tortugas, además de plantear la posibilidad de enviar a los animales a zoológicos o soltarlos en el desierto.
Pese a la presión oficial, muchos iraníes continúan sacando a sus perros, aunque suelen hacerlo de noche o en lugares apartados.
El veterinario Ashkan Shemirani, citado por la BBC, denunció que en algunos casos la policía ha llevado a los animales incautados a instalaciones donde pasan días en malas condiciones, sin agua ni alimento adecuados, mientras sus dueños enfrentan largos procesos legales.
Los críticos de esta política argumentan que, en lugar de reprimir a los dueños de mascotas, las autoridades deberían enfocarse en los problemas reales de seguridad pública que preocupan a la ciudadanía.
En un país donde las libertades individuales están severamente restringidas, tener un perro no es solo una elección afectiva, sino un gesto de resistencia.
Fuente: unotv.com