Martes, 6 de marzo del 2018
1. Ya hay demasiadas cosas en el mundo
Una de las primeras cosas que me impactaron tras recorrer tiendas de segunda mano, grupos de Facebook, mercadillos y anuncios de compra/venta es la ingente cantidad de cosas creadas por el hombre que ya existen. Montañas de ropa, muebles, enseres de cocina y mucho más. Un increíble océano de cosas; muchas más de las que la humanidad necesita y puede usar.
2. La gente compra cosas por inercia
Es increíble la cantidad de cosas completamente nuevas que llegan a las tiendas de segunda mano. Muchos de ellos ni siquiera están abiertos o usados y tienen intactos los precintos de seguridad. Esto me demostró que el acto de comprar es en ocasiones impulsivo y que no responde a la necesidad.
3. Existen prejuicios irracionales hacia los objetos de segunda mano
Muchas gente admira tus objetos y ropa hasta que descubren que son de segunda mano. En ese momento pierden parte de su valor y se cuestiona su higiene y procedencia. Curiosamente, estas personas sí ceden sus objetos a tiendas de segunda mano y ninguno las calificaría como sucias o poco higiénicas cuando las dona.
4. Hay mucha abundancia de todo
Durante los 200 días, supe que no tendría necesidad de pisar una tienda de primera mano en mucho tiempo. Las tiendas de segunda mano están bien abastecidas y cuentan con un amplio catálogo.
Nuestra sociedad vive en la hiper abundancia y siempre hay personas dispuestas a vender lo que no usan por un buen precio, o incluso a regalarlo.
5. Cuando no es nuevo, no es caro
Definitivamente mi cuenta bancaria ha tenido un respiro durante estos meses. Las tiendas de segunda mano venden más barato y esto ha relajado mi economía permitiéndome llegar a final de mes sin esfuerzo.
6. He recuperado el valor de las personas en lugar de las empresas
Especialmente cuando compras a través de anuncios de particulares, he podido comprobar como la mayoría de los vendedores son personas honestas y directas. Gente que quiere recuperar parte de su dinero, realizar la transacción rápida y satisfactoria. Es gratificante saber que mi dinero va a parar a personas como yo en lugar de a las corporaciones.
7. Realmente no necesito más cosas de las que tengo
La verdad es que hay ciertas cosas que no se pueden encontrar en los mercadillos de segunda mano. En serio, un montón de objetos y algunos de ellos considerados imprescindibles. Sin embargo, cuando me vi obligada a no comprarlas, descubrí que podía sobrevivir sin ellas. Me sorprendió comprobar como mi vida no se veía perjudica o alterada por ello. Nada cambió.
Me di cuenta de que la mayoría de cosas que poseemos no responden a necesidades reales y básicas.