Sábado, 16 de febrero del 2019
Si bien Klein destaca que los llantos de los recién nacidos SIEMPRE deben ser atendidos, a partir de los tres meses de edad debes respetar ciertos límites en el "ciclo de llanto" de tu bebé para ayudarlo a aprender a calmarse y prepararse para dormir.
Klein explica en varias de sus publicaciones que el llanto es parte fundamental de la comunicación entre el bebé y sus padres (o cuidadores alternos). No obstante, es a la vez un recurso frecuente de berrinche que podría alterar sus hábitos de sueño:
«Tengo pacientes que caen en los extremos: atienen a su bebé a la menor provocación o pasan horas sin prestarles atención a pesar de las lágrimas. Más que caer en este debate se debe tomar en cuenta la edad del bebé. Los tres meses son el momento ideal para empezar a comprobar las razones de sus quejidos y para enseñarles su propia capacidad de relajación».
Mientras que un bebé recién nacido representa una total novedad para su familia y debe ser constantemente vigilado para conocer su estado de salud y regular cualquier posible malestar; un bebé de tres meses ya habrá desarrollado un vínculo de llamado-respuesta con sus padres, especialmente cuando llega la hora de dormir.
Klein sugiere un método simple para comprobar lo que el bebé necesita antes de correr a atender sus sollozos:
«Durante la noche o las siestas, es común que los bebés lloren cuando tienen problemas para conciliar el sueño. Para detectar si eso se debe a una molestia de verdad o un simple berrinche hay que dejar pasar 10 minutos. Si se trata de una forma de llamar la atención el bebé se calmará en ese lapso, el llanto ayudará a que se agote, se relaje y finalmente se duerma».
Si los 10 minutos pasan, puede que haya algo más de por medio. Klein apunta a un recurso alterno antes de alarmarse: calmar al bebé con pequeños frotes en la espalda por 10 minutos más. Es imprescindible permanecer relajada para que el bebé perciba calma, adquiera algo de somnolencia y él mismo desee dormir.
Si todo lo anterior fracasa entonces SÍ hay que poner atención a un posible malestar (tomar la temperatura, revisar la cuna, etc.).
Klein asegura además que los bebés entre los 6 y 12 meses de edad, generalmente lloran por un estrés relacionado a dormir solos:
«Es un llanto normal, si se trata de un bebé bien alimentado y clínicamente sano desde el nacimiento, pocas veces los quejidos se deberán a una enfermedad».
Bajo su experiencia de psicóloga y madre, Klein increpa a quienes piensan que dejar llorar a un bebé es atroz:
«En este punto los detractores del método (dejar llorar a un bebé) lo definen como un posible "trauma" a largo plazo. Lejos de ser cierto, es una técnica temprana para que los niños manejen sus emociones de forma independiente y en la noche aprendan a relajarse adecuadamente para un buen descanso. El mejor regalo que se le puede dar a un niño es independencia».