Miércoles, 24 de mayo del 2023
Si te gusta hacer deporte, es muy probable que ya sepas las diferencias entre aeróbico y anaeróbico. Si hacemos un breve resumen, el ejercicio aeróbico se conoce como "cardio". Consiste en un entrenamiento que condiciona el corazón, como correr o montar en bicicleta. El ejercicio anaeróbico se centra más en la fuerza y la flexibilidad. Pero como siempre queremos contaros todos los detalles que os pueden interesar, hemos pedido a FaWellness, Centro de Entrenamiento Personalizado y Nutrición en San Sebastián, que nos cuenten todo lo que tenemos que saber sobre estas dos formas de ejercicio.
Aeróbico vs. Anaeróbico
Para entender esto, tenemos que saber y tener claro qué es un ejercicio aeróbico y qué es un ejercicio anaeróbico.
Ejercicio aeróbico: Son los que generalmente se clasifican como dominantes aerobias, es decir que se realizan y se mantiene la intensidad bajo el control o dominio del oxígeno para la liberación de energía en el cuerpo, es decir, el cuerpo utiliza el oxigeno para liberar energía. A menudo se le encasilla o más bien se le conoce como ejercicio de resistencia o ejercicio cardiovascular.
Esto lleva a la imagen de que solo ocurre cuando se movilizan grandes cadenas musculares de forma cíclica y rítmica durante un período de tiempo, o, dicho de otra forma, el ejercicio aeróbico implica un incremento del consumo de oxigeno por parte de tu cuerpo.
Tal vez te viene a la cabeza la idea de correr, nadar, montar en bici... ya que es fácil visualizar como tu cuerpo realiza un aumento del ritmo de la respiración y de la frecuencia cardiaca. ¿A quién no le ha pasado al ponerse en marcha? ¿Pero, esto solo pasa al correr, nadar, etc.? La verdad es que no, que puedes conseguir efectos similares con entrenamiento de fuerza si regulas la intensidad y la metodología utilizada.
Ejercicio anaeróbico: Ya sabiendo que aeróbico significa actividad física realizada bajo la presencia de oxígeno, es fácil dilucidar que anaeróbico significa sin oxígeno, pero no te confundas, no quiere decir que estarás realizando la práctica deportiva en apnea respiratoria ni mucho menos.
Este término hace referencia a los esfuerzos de alta intensidad donde el oxígeno no es capaz de cubrir toda la demanda energética y tu cuerpo utiliza otros métodos para la utilización de energía durante dicho esfuerzo.
Esto lo podemos ver, por ejemplo, en un sprint, que, aunque estés respirando, llega un momento que sientes que ya no puedes más. También puede pasar en entrenamientos de fuerza, pero aquí la sensación de fatiga puede ser similar pero distinta.
Cabe destacar que nunca vamos a utilizar únicamente un sistema energético para la obtención de energía, siempre estarán involucrados varios a la vez, lo que si podemos conseguir es incidir más en uno de ellos que en otro, todo dependerá del estímulo utilizado.
Beneficios y riesgos que te pueden aportar utilizar métodos de entrenamiento que incidan sobre estos sistemas energéticos
Algunos de estos beneficios están asociados directa o indirectamente con la práctica de ejercicio de forma continua.
Beneficios en cuanto a ejercicios aeróbicos:
• Te pueden ayudar a oxidar la grasa y mantener un peso adecuado
• Te pueden ayudar a controlar la presión sanguínea, a aumentar la resistencia y reducir la fatiga, a activar el sistema inmunológico y fortalecerlo
• A fortalecer tu corazón, estimular y mejorar tu estado anímico, a envejecer de mejor manera, mejorar la capacidad pulmonar, a reducir y/o controlar el estrés, a eliminar toxinas del cuerpo, etc.
En cuanto a la otra cara de la moneda, de la cual casi nadie te cuenta, podemos encontrar los siguientes riesgos:
• Sobrecarga muscular
• Tendinitis por sobre solicitación, aplastamiento vertebral, dolor en rodillas, cadera, tobillo y espalda por mala técnica al correr
• Presión en el pecho, problemas con el corazón, depresión del estado inmunológico por sobreentrenamiento, etc.
Aunque evidentemente todo este riesgo dependerá de muchos factores...
Si vemos los beneficios que nos pueden aportar los ejercicios con predominancia anaeróbica encontramos:
• Te puede ayudar a fortalecer la estructura ósea, a oxidar grasa (quema de grasa), crecimiento muscular y/o mejora del músculo, aumento de resistencia y energía muscular, aumentar el metabolismo
• Dependiendo del ejercicio y metodología, detener/ralentizar el catabolismo muscular, mejorar el corazón y todo el aparato cardiorrespiratorio en general.
En cuanto a sus riesgos podemos encontrar:
• Roturas fibrilares, distensión, náuseas, mareos, vómitos, sensación desagradable, fatiga extrema, sobrecarga, contracturas, debilidad inmunológica, et.
Como podemos ver, tanto los beneficios como los efectos negativos de ambos tienen una correlación directa con la práctica deportiva. En función de tus objetivos y nivel de condición física puedes comenzar con ejercicios aeróbicos como caminar, trotar y realizar entrenamiento de fuerza dos o tres días a la semana y a medida que aumente la resistencia y la fuerza, puedes ir añadiendo ejercicios anaeróbicos como HIIT, etc.
Lo ideal sería una correcta combinación y distribución del trabajo sin sobrepasarse.
¡Recuerda, más no es mejor!
Fuente. menshealth.com