¿Por qué la gente empieza a fumar y por qué se convierte en un hábito?

Jueves, 1 de junio del 2023

¿Por qué la gente empieza a fumar? Se podría partir de esta pregunta para abordar lo que se considera uno de los mayores problemas de salud pública a nivel mundial.


Al observar los datos, hoy sabemos que solo en la Unión Europea, el consumo de tabaco es responsable de más de 700 mil muertes al año.

Aproximadamente el 50% de los fumadores mueren prematuramente, perdiendo en promedio 14 años de vida. El tabaco también es la causa del 27% de los casos de cáncer prevenible. Además, el tabaquismo también es el principal factor de riesgo de enfermedades respiratorias no neoplásicas, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), infecciones respiratorias recurrentes, y es uno de los factores de riesgo cardiovascular más importantes.


Por eso, como cada año, el 31 de mayo se celebra el Día Mundial Sin Tabaco, establecido por la Organización Mundial de la Salud en 1988, con el objetivo de crear conciencia sobre los efectos negativos del tabaquismo en la salud, así como en el medio ambiente, como lo demuestra el enfoque elegido para este año: “Necesitamos alimentos, no tabaco”, una campaña que tiene como objetivo alentar a los gobiernos del mundo a poner fin a los subsidios para el cultivo del tabaco y utilizar los ahorros para implementar programas de sustitución de cultivos que mejoren la seguridad alimentaria y la nutrición. Y, claro, que la gente conozca los beneficios de dejar de fumar.


¿Por qué la gente empieza a fumar?


Entonces, dados los conocidos riesgos para la salud, ¿por qué la gente empieza a fumar?


De acuerdo con los expertos de Unobravo, un servicio de psicología en línea y una Sociedad Benefit, el consumo de cigarros parece ser un comportamiento aprendido e influenciado por varios factores, como el contexto social de pertenencia, los hábitos, el entorno familiar y cultural.


 

Muchos jóvenes comienzan a fumar bajo la influencia de su grupo de amigos, tanto como un “acto de rebelión” como un experimento espontáneo. Lo interesante es que varias investigaciones han demostrado que el primer cigarro casi nunca produce un efecto placentero, sino más bien causa sensaciones de náuseas, tos o mareos. Entonces, la pregunta surge de manera natural: ¿por qué, a pesar de un primer encuentro negativo, las personas se convierten en fumadores habituales?


Probablemente, explican los expertos de Unobravo, se debe a la etapa de la tolerancia, un fenómeno debido a la adaptación del organismo a la nicotina. Los mencionados factores sociales, familiares y psicológicos hacen el resto, es decir, contribuyen a establecer la idea de que fumar es importante y necesario.


¿Por qué fumar se convierte en un hábito?


Independientemente de las razones por las que se originó, una vez que se alcanza la etapa de tolerancia, fumar se convierte en un hábito que puede desencadenar una adicción.


Los estudios científicos demuestran que el surgimiento de la adicción al tabaco puede atribuirse a desequilibrios entre la serotonina y la dopamina. La nicotina estimula la liberación de dopamina, un neurotransmisor responsable de las sensaciones placenteras y de gratificación asociadas al consumo de sustancias. El aumento en los niveles de dopamina genera una sensación de placer que crea un condicionamiento que impulsa a la persona a querer repetir la ingesta de nicotina. Además, hay aspectos psicológicos implicados. De hecho, existen muchas situaciones o comportamientos cotidianos que se asocian con fumar, y a menudo es precisamente la “ritualidad” del acto lo que influye más en el fumador.


Los fumadores y la percepción del riesgo


Ser consciente de los riesgos para la salud asociados al tabaquismo es sin duda importante, pero quizás no es suficiente como disuasión a nivel psicológico.


En este sentido, en 2018, un estudio realizado por la Universidad de Milán-Bicocca y la Universidad de Surrey, y publicado en el Journal of Cognitive Psychology, mostró cómo los fumadores tienen una percepción distorsionada de los riesgos que corren.


Los investigadores pidieron a un grupo de 162 personas que estimaran el tiempo necesario para desarrollar 15 enfermedades relacionadas con el tabaquismo en un fumador promedio que comienza a fumar 10 cigarros al día a los 18 años, analizando así la percepción que los fumadores tienen sobre el tiempo de aparición de las enfermedades relacionadas con el tabaquismo. Las respuestas revelaron que, en promedio, los fumadores tendían a posponer la aparición de los trastornos cinco años más tarde, tanto para enfermedades graves como el cáncer de pulmón como para enfermedades menos graves. Si el hábito de fumar conduce a una percepción atenuada de los daños del tabaquismo, según los investigadores, también entran en juego factores individuales relacionados con la propia percepción del riesgo y el miedo al abordar el problema.


Dependencia física y psicológica


Lo que es cierto es que el hábito de fumar cigarros desencadena una dependencia a la nicotina, entendida como la dificultad para pasar varias horas sin fumar. Algunas investigaciones, explican los expertos de Unobravo, han demostrado que el consumo de cigarros puede considerarse ocasional solo si se fuman menos de 5 paquetes al año. Una vez se superan los 100 cigarros, se hablaría de adicción al tabaco.


Más allá del número de cigarros fumados, para las personas que tienen una adicción, el deseo de nicotina tiende a ser más fuerte por la mañana, ya que pasan muchas horas sin fumar durante la noche. Además de la dependencia física, no hay que olvidar que la nicotina también crea una fuerte dependencia psicológica.


“Lo que hace que la adicción al tabaco sea tan compleja y difícil de eliminar es su naturaleza multifactorial”, explica la doctora Valeria Fiorenza Perris, Psicoterapeuta y Directora Clínica de Unobravo.


“No se limita únicamente al componente físico, sino que también incluye una dependencia psicológica profunda. Fumar se convierte en una forma de gratificación, calma o enfrentamiento de situaciones emocionales difíciles. La mente asocia el acto con una sensación de consuelo o lo ve como un paliativo para los problemas, lo que aumenta el deseo de seguir fumando. Involucrando aspectos físicos, psicológicos y conductuales, fumar se convierte en un ritual diario, una especie de anestésico para enfrentar el estrés, la ansiedad o simplemente para encontrar alivio”.


No en vano, uno de los mitos más comunes sobre el tabaquismo es que fumar ayuda a relajarse y manejar el estrés. Sin embargo, numerosos estudios científicos demuestran lo contrario: al empeorar la calidad del sueño, fumar contribuye a aumentar el estrés, creando un círculo vicioso. La falta de sueño puede causar tensión física y psicológica, reducir la productividad y tener efectos negativos en el estado de ánimo. La sensación de relajación que perciben los fumadores, explican los expertos de Unobravo, se debe a la satisfacción de los síntomas de abstinencia. La ansiedad, la irritabilidad, el dolor de cabeza y las náuseas son algunos de los efectos que el cuerpo experimenta cuando se priva de una sustancia de la que se depende.


Dejar de fumar: la psicoterapia puede ayudar


Precisamente porque la adicción al tabaco involucra diferentes aspectos de la persona, dejar de fumar puede ser un proceso complejo que, según los expertos, se debe abordar con un enfoque holístico que considere tanto los aspectos corporales como los de naturaleza psicológica.


 

Aunque muchas personas creen que pueden dejar de fumar por sí solas, confiando únicamente en su fuerza de voluntad, según los datos disponibles, solo un pequeño porcentaje, que oscila entre el 1% y el 4% de los fumadores, logra dejarlo sin ayuda externa. Muchas personas que intentan dejar el cigarro no tienen éxito e incluso no logran llegar a la fase de abstinencia porque se enfrentan a lo que se conoce como “craving” [antojo, en español] que genera un intenso deseo de fumar. Por ello, recurrir a un apoyo externo puede ser importante, en particular, la psicoterapia cognitivo-conductual es efectiva en el tratamiento de las adicciones.


“Al centrarse en el análisis de los factores ambientales, los hábitos y los eventos internos y externos que influyen en el comportamiento de las personas hacia el tabaquismo, la terapia cognitivo-conductual permite abordar la dependencia con un enfoque específico, proporcionando apoyo, motivación y herramientas prácticas a las personas”, concluye Fiorenza Perris.

 

 

 

 

Fuente. gq.com

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