¿Cuál es la diferencia entre estrés y burnout?
Lunes, 18 de noviembre del 2024
La diferencia entre estrés y burnout es más sencilla de lo que crees. En algunas semanas el trabajo puede ser demasiado, pusiste todo tu esfuerzo en tareas interminables hasta el punto de llorar, gritar o querer abandonar. En una cultura que valora la productividad, por desgracia es común sentirse agotado, sin embargo, hay una gran diferencia entre el estrés común y el verdadero burnout, dice la doctora Jessi Gold, jefa de bienestar del Sistema de la Universidad de Tennessee y autora de ¿Cómo te sientes? La búsqueda de un médico de la humanidad en la medicina.
“Generalmente usamos muchas palabras relacionadas con la salud mental de manera errónea, y el burnout es definitivamente una de ellas”, afirma la doctora Gold, “Muchas personas dicen que lo están experimentando cuando en realidad solo están cansados o con exceso de trabajo”. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el síndrome de burnout no es una sensación ocasional y temporal de agobio en respuesta a un alto nivel de estrés; es un síndrome causado por una acumulación de estrés crónico que no se ha gestionado correctamente.
Cuando no puedes dormir por trabajar varias noches seguidas o te ahogas en una lista interminable de tareas pendientes, puede ser difícil saber si sólo se necesitan unas vacaciones para descansar y olvidar el estrés o si estás sufriendo un agotamiento total. Les pedimos a varios terapeutas que nos explicaran las principales diferencias entre estrés y burnout.
El burnout es específico del trabajo
Puedes estar harto de buscar pareja, por ejemplo, o agotado después de entrenar, pero técnicamente hablando, el término burnout sólo se refiere al agotamiento en el lugar de trabajo, según la OMS.
“Esto significa que el cansancio viene de tu trabajo, ya seas un padre que se queda en casa, un estudiante de tiempo completo, un profesional de la salud o vayas a oficina”, explica la doctora Angela Neal-Barnett, profesora de psicología y directora del Programa para la Investigación de los Trastornos de Ansiedad entre los Afroamericanos (PRADAA, por sus siglas en inglés) de la Universidad Estatal de Kent. Por lo tanto, términos como “agotamiento por citas” y “agotamiento por ejercicio” no son realmente burnout, a lo que probablemente te refieres en estos casos es simplemente a sentirte agotado.
El agotamiento no desaparece cuando terminas una tarea
Una presentación de alto nivel o una crisis importante en la atención al paciente pueden provocar ansiedad, pero si experimentas un gran alivio cuando la presión disminuye, es probable que sea estrés normal y no burnout.
Como explica la doctora Neal-Barnett, el estrés es la respuesta fisiológica del cuerpo a un reto concreto. En el momento puedes sentirte inquieto, tenso o con el corazón acelerado, pero estos síntomas deberían desaparecer cuando pase la situación que te provoca ansiedad. El burnout es el resultado de un estrés continuo y no resuelto que se acumula a lo largo del tiempo, normalmente durante más de seis meses.
“Es como si hubieras estado luchando contra un estrés incesante durante tanto tiempo que te agota completamente y tu cuerpo y tu cerebro se rinden”, apunta la doctora Neal-Barnett, lo que explica por qué el burnout puede ser más complicado de tratar.
El burnout genera desapego a tu trabajo
El estrés y el burnout tienen muchos síntomas en común como ansiedad —incluso ansiedad nocturna—, fatiga e irritabilidad. Pero con el burnout estás tan agotado emocionalmente durante mucho tiempo, por lo que empiezas a perder la esperanza y te desapegas del trabajo, explica Christina Maslach, doctora en psicología, profesora de la Universidad de California en Berkeley y coautora de El reto del agotamiento.
Cuando estás estresado es posible que aún tengas energía y motivación para seguir adelante, mientras que con el burnout “no das lo mejor de ti porque tus esfuerzos parecen inútiles”, señala la doctora Maslach. “Como resultado, te alejas de tus pacientes porque te cuesta mostrarles la compasión que merecen, o si consigues algún logro importante como un ascenso o un elogio de tu jefe, no te sientes feliz ni orgulloso”, agrega.
Tu rendimiento laboral se ve afectado
“Si todavía te gusta mucho tu trabajo y te sientes bien con la calidad de lo que haces, es probable que estés sobrecargado, pero no sufriendo un burnout”, comparte la doctora Maslach. Esto se debe a que, como explicamos, te hace sentir pesimista y desmotivado, lo que naturalmente reduce tu satisfacción laboral y afecta tu rendimiento.
Es posible que no cumplas con los plazos de entrega o no revises lo que envías, porque no tienes fuerzas para preocuparte o estás tan agotado mental y físicamente que reaccionas tarde a situaciones de emergencia.
Sin embargo, no es necesario estar a punto de ser despedido para tener burnout. También es común desarrollar una sensación de fracaso o una evaluación negativa de uno mismo como ‘no soy para esto, no puedo con esto y no quiero seguir haciendo esto’”, dice la doctora Maslach. Esta duda puede llevarte a creer que la calidad de tu trabajo está bajando incluso si los demás no lo habían notado.
Las actividades que te gustaban no lo solucionan
La mayoría de nosotros esperamos algo después de un agotador día entre semana, como una buena sesión de ejercicio, copas con los amigos o varios episodios de una serie, sin embargo, la doctora Gold menciona que el burnout agota tu energía hasta el punto en que las actividades con las que mantenías el equilibrio dejan de funcionar.
Tal vez te encantaba cocinar, ahora pides comida no porque se te antoje, sino porque no tienes motivación para picar, saltear o incluso hervir agua. O tal vez siempre te ha tranquilizado correr unos cuantos kilómetros antes de ir a la oficina, pero en los últimos meses ponerte los tenis y salir te ha parecido una tarea muy pesada. Básicamente cuando tu autocuidado habitual ya no alivia tu estrés, es señal de un problema más crónico como el burnout.
Tampoco los días libres
Una vez más, el burnout no se debe a un mes muy ajetreado o una tarea muy exigente, tiene su origen en problemas más sistémicos como la presión continua de los jefes, la falta de apoyo o un número alto de llamadas de emergencia o correos electrónicos urgentes que te mantienen ocupado literalmente todo el día.
Según la doctora Maslach, aunque unas vacaciones pueden aliviar algunos de los síntomas, es posible que no sirvan de mucho para combatir el burnout. “El mayor problema es que estos descansos no cambian el origen”, explica, ni siquiera la escapada más relajante solucionará problemas como un jefe tóxico, expectativas poco realistas o el miedo infinito a los despidos.
Fuente. gq.com