Lunes, 2 de diciembre del 2024
Ir a terapia no es como lo vemos en televisión. Steve Carell, un terapeuta, es mantenido cautivo y encadenado a una cama por su cliente en The Patient, de Hulu. Tony Soprano, de Los Soprano en HBO, es un violento criminal que recibe terapia dos veces por semana. Este tipo de personajes transmiten el mensaje falso de que la terapia es solo para personas con problemas graves.
La buena noticia es que esta percepción está cambiando aunque no tan rápido como quisieran los expertos, menciona la doctora Gail Saltz, psiquiatra y profesora clínica asociada de psiquiatría del Hospital Presbiteriano de Nueva York y del Colegio Médico Weill-Cornell. “Normalmente hay un sentimiento interno de estigma sobre la terapia y la gente no quiere ir por esa razón”, asegura, y añade que las personas de las generaciones mayores o los hombres en particular, son los más resistentes a obtener ayuda.
La doctora Saltz también afirma que prácticamente todo el mundo puede beneficiarse de una terapia conversacional, si ya identificaste que alguien en tu vida está luchando, es desgarrador verlo sin saber si está en depresión y superar el tormento solo, cuando sabes que un buen terapeuta es la solución. Aunque es importante tener en cuenta que la terapia sólo funciona si la persona está abierta a la experiencia y realmente quiere cambiar, hay algunas cosas que puedes hacer y decir para ayudar a mostrarle los beneficios.
1. Entiende sus motivos para NO ir a terapia
Al igual que tu motivación para buscar terapia es muy personal, también lo son las razones para no ir. Es muy importante entenderlo y empatizar, menciona Jody Thomas, PhD, un psicóloga clínica y directora general de la Fundación Meg sin fines de lucro.
Creen que la terapia es un signo de fracaso personal
La doctora Thomas dice que todavía hay un gran número de personas —una vez más, mucha gente mayor y hombres— que solo quieren superar las dificultades. “Piensan que solo los que se quejan deberían ir a terapia, o las personas que no pueden manejar sus situaciones y emociones. Esta mentalidad lleva a mucha gente a tener vidas tristes e innecesariamente deprimidas y ansiosas”, agrega.
“La gente suele decir: Mis abuelos no necesitaban terapia”, apunta la doctora, lo que puede llevarnos a la contrapregunta “¿Cómo calificas al abuelo como pareja o padre? y ¿Cómo calificas su preocupación por el bienestar?”.
Les preocupa ser juzgados por un extraño
La doctora Thomas señala que las asociaciones derivadas de los medios de comunicación con la terapia también se extienden a cómo son las sesiones. “Se imaginan un diván con alguien sentado y diciendo ‘Háblame de tu madre’. En parte se debe al miedo de no querer revelar mi vida por temor a que esta persona tenga un control sobre mí, sea una especie de juez y me diga que todo lo que hago está mal. Esto no funciona así”, señala.
Esta mentalidad puede ser muy fuerte en alguien que ha tenido una mala experiencia con un terapeuta anterior, explica la doctora. En ese caso es útil reconocer que hay malos especialistas literalmente en todas las profesiones “Sí, hay terapeutas terribles, también hay médicos terribles y mucha gente que hace fatal su trabajo. Se trata de encontrar al adecuado”.
2. Elige el momento adecuado para plantearlo
La doctora Thomas dice que es muy importante encontrar una estrategia que no haga retroceder al ser querido en defensa propia, preferiblemente un momento tranquilo en el que las cosas estén bien entre los dos. “Siempre que nos sintamos criticados, eso irá mal”, explica.
Aquí es donde entra en juego la comprensión de sus dudas, utilizando un ejemplo personal “Mi hermano murió hace años y yo estaba intentando que mi madre fuera a terapia”, explica, señaló que empezaba la conversación con frases como un “yo” en lugar de “tú” y evitó hacer acusaciones porque algunos padres mayores pueden sentirse sensibles a las críticas sobre las cosas que hicieron al criar a sus hijos.
“Le dije ‘Estoy preocupada, veo que no puedes descansar bien por la ansiedad, me preocupa que estés deprimida, te quiero y no quiero que sufras’”. Esos cambios en las palabras son clave porque en cuanto empiezas a señalar con el dedo naturalmente se van a poner a la defensiva.
En una situación de pareja, dice la doctora Saltz, es crucial redoblar las afirmaciones con el “yo”. Es mejor que digas “He estado pensando en X, y estoy segura de que tú también lo has hecho. Tenemos problemas con Y, quiero mejorar la situación porque te quiero y creo que hablar con alguien nos ayudará”, en lugar de frases como: “Tú hiciste esto o aquello”, con las que se acaba la conversación, dice la doctora Saltz. Nunca saques el tema de la terapia en medio de una pelea, aunque parezca el momento más natural.
Si todavía están atrapados en una mala experiencia de salud mental del pasado, es importante validarla, dice la doctora Saltz. “Puedes decir ‘Lamento que hayas tenido esa mala experiencia y entiendo perfectamente lo desmoralizador y frustrante que es que hayas ido con alguien en busca de ayuda y no te haya servido. Incluso puede que en cierto modo te perjudicara. A veces la mala experiencia solo se debe a que esa persona no era buena o no encajaba bien contigo’”
3. Reitera lo común que es pedir ayuda
No se le diría simplemente a alguien con diabetes o una enfermedad cardiaca que tiene que aguantarse, y esa misma lógica se aplica a la salud mental. “Nuestro cerebro es como cualquier otro órgano, nuestros estados de ánimo son producto de los neurotransmisores. La idea de que podemos sentirnos de otra manera por nosotros mismos, es médicamente incorrecta”, recalca la doctora Saltz. Cuando algo no va bien todo se reduce a los neuroquímicos. Es posible cambiarlo con medicamentos o con terapia. Si repetimos patrones de conversación y comprensión, también podemos cambiar los neuroquímicos, que es por lo que funciona la psicoterapia”, explica.
Los problemas de salud mental son más comunes de lo que creemos. “Más de la mitad de los estadounidenses tienen un diagnóstico DSM-5 en algún momento de su vida”, comparte la doctora. El DSM-5 es una guía que ayuda a los profesionales de la salud mental a diagnosticar afecciones psiquiátricas, desde depresión y ansiedad hasta trastornos bipolares y esquizofrenia. “No se debe a una mala crianza, podrías tener un gran crecimiento y aun así desarrollar un trastorno de ansiedad o del estado de ánimo”, apunta.
4. Ayúdale a buscar ayuda
Convencer a alguien de que ir a terapia no es una pérdida de tiempo es slo la mitad de la batalla, aseguran las doctoras. Si realmente quieres que una persona lo intente, cuida los detalles para conseguirlo. “Se necesita esfuerzo, organización e incluso persistencia para encontrar a alguien que te trate y mucha gente no tiene esa capacidad”, y añaden que si estás deprimido y sabes que necesitas ayuda, la búsqueda puede parecer imposible porque no tienes fuerzas ni para bañarte, mucho menos para buscar un terapeuta.
La doctora Saltz sugiere hacer trabajo de campo para que funcione “¿Quién está por su zona, acepta su seguro y tiene disponibilidad? Literalmente tú puedes hacer las llamadas y decirle que puedes acompañarlo a su primera cita si está muy nervioso. Ayúdale a investigar a la persona y a decidir si un profesional de la salud mental no es la opción adecuada.”, menciona, y recalca que debemos hacerle saber que las terapias y los psicólogos no son como lo vemos en series.
Luego está el precio de la terapia que puede ser un obstáculo. La solución favorita de la doctora Thomas para ahorrar es “Prueba con estudiantes en psicología. Las clínicas de formación tienen terapeutas supervisados por clínicos increíblemente experimentados. Si hay una universidad cerca llama al departamento de psicología para ver qué servicios ofrecen”, propone.
La doctora Thomas dice que también le menciones a la persona que puede intentarlo y que no necesita comprometerse a toda una vida de sesiones “Uno de mis mayores objetivos es que la gente no esté en terapia para siempre. Ayuda pensar en eso como en cualquier tratamiento para otra enfermedad o dolor; si tienes una infección, tomas antibióticos. Cuando las cosas en nuestra vida no van como queremos, tenemos a nuestra disposición herramientas y recursos que pueden mejorarlas”, explica la doctora.
Fuente. gq.com