Jueves, 5 de diciembre del 2024
Recientemente, Harvard destacó un poderoso tipo de meditación llamado “conciencia abierta”. Pero antes de explicar de qué se trata, es necesario reconocer cómo el bienestar y la salud mental no solo se han convertido en un aspecto importante para la mayoría de las personas, sino que también han florecido hasta convertirse en una industria en auge.
Las estadísticas así lo demuestran: Statista estimó el tamaño de esta industria en más de 4.3 billones de dólares en 2020, una cifra que se prevé que se dispare a casi siete billones de dólares en 2025. En Estados Unidos, la popularización del mindfulness y la meditación alcanzó su punto máximo en 2022, con el 63% de los usuarios interesados, y la intención de emplear apps de meditación no ha dejado de aumentar desde 2019. El uso durante el mismo periodo alcanzó el 20%, lo que indica un creciente interés por el bienestar mental.
Una y otra vez has escuchado cómo la meditación resulta milagrosa no solo para tu salud mental, también para tu salud física. Más allá de ofrecer una calma momentánea, la meditación alivia el dolor crónico, reduce el estrés, disminuye la presión arterial y alivia la ansiedad y la depresión. Incluso reconfigura el cerebro, mejorando la conectividad en áreas que ayudan a manejar el miedo. Piensa en la meditación como en un entrenamiento mental: al igual que ejercitas los músculos físicos, la meditación fortalece tus “músculos de la tranquilidad”, convirtiéndola en una herramienta sencilla pero transformadora para la resiliencia y la paz.
¿Qué es exactamente la “conciencia abierta”?
La meditación es una práctica con muchas variaciones, cada una de las cuales ofrece su propio enfoque único. Por ejemplo, la “conciencia abierta” es una de las muchas formas de meditación, junto con la respiración consciente, las meditaciones guiadas y las técnicas basadas en mantras.
Practicar mindfulness con “conciencia abierta” consiste en abrazar el presente y participar plenamente en los pequeños momentos de la vida. Ya sea saboreando una comida, paseando al aire libre, bañándote, cocinando o trabajando en el jardín, cualquier actividad puede convertirse en una oportunidad para aplicar la atención plena. ¿La clave? Dominar el arte del “single-tasking (realizar una sola actividad a la vez)”, centrando toda tu energía en lo que estás haciendo. No se trata tanto de ejecutar varias tareas a la vez como de hacer que cada momento cuente: una tarea, una respiración, un paso consciente cada vez.
En esencia, la meditación consiste en estar presente: reconocer lo que estás experimentando, dejar de lado los pensamientos intrusivos y centrar tu atención. Tanto si consiste en sentarse en silencio con los ojos cerrados, escuchar la respiración o repetir un mantra, la meditación te anima a bajar el ritmo, sintonizar con tu cuerpo y cultivar una sensación de calma y conciencia. Es una forma sencilla pero poderosa de volver a conectar con el momento presente y no dejarte consumir por el pasado, el futuro o la lista de tareas pendientes.
¿Cómo empezar a meditar con conciencia abierta?
La manera más sencilla y accesible, según los expertos de Harvard, es empezar con el Ejercicio de Respiración de Tres Minutos, una práctica rápida y versátil que es posible realizar prácticamente en cualquier sitio, incluso si estás atrapado en el trabajo, haciendo fila o en el metro. Esta meditación es tu herramienta antiestrés portátil. Te guía a través de tres pasos sencillos pero impactantes, ofreciéndote una pequeña introducción al mindfulness. Para profundizar en la práctica, prueba a ampliar el tiempo, meditar al aire libre o simplemente hacer una pausa después para darte cuenta de cómo te sientes. Considérala como tu botón de reinicio mental, siempre al alcance de tu mano.
Los especialistas de Harvard te sugieren estos tres sencillos pasos para adentrarte en la práctica de la respiración consciente, que te llevará hacia la meditación con conciencia abierta:
Paso 1: Aterrizar
Ponte cómodo –ya sea sentado, tumbado o de pie– y cierra los ojos. Nota el peso de tu cuerpo hundiéndose en la gravedad y las sensaciones en los puntos de contacto, como los pies, la espalda o el asiento. Observa los pensamientos y sentimientos como nubes pasajeras: reconócelos sin aferrarte ni resistirte. Respira profundamente, dejando que la tensión se disipe con cada exhalación.
Paso 2: Conectarse con uno mismo
Concéntrate en tu respiración, sintiendo cómo se mueve por tu cuerpo. Nota las sensaciones de tu torso y deja que la respiración te ancle al presente. Si tu mente divaga, vuelve suavemente a la respiración: es un momento de conciencia.
Paso 3: Expandirse
Amplía tu conciencia para incluir todo tu cuerpo, su peso y la respiración que fluye en todas direcciones. Acepta cualquier incomodidad con compasión. Expande tu conciencia a los sonidos, a los demás que te rodean y al mundo. Abre los ojos y lleva este estado de presencia a tu día a día.
Fuente. gq.com